Después de un mes girando con su música por buena parte de Europa, y recién llegados de Barcelona, LANY cayeron este jueves en el escenario de la sala madrileña Cool Stage para cubrirse de gloria. Paul, Les, y Jake, repasaron sus dos álbumes haciendo especial hincapié en Malibu Nights, un empujón definitivo cargado de sintetizadores e historias de desamor.

Teloneros a medida y una nueva generación fan

Si hay algo que caracterice al grupo aparte de un estilo musical muy definido, es su fanbase: post-adolescentes que crecieron en la época dorada de las boybands, y ahora muestran interés tanto hacia el rock indie más retro, como al género urbano actual.

Un mejunje de influencias tan variado sólo podía encontrar su lugar en una combinación espontánea de todas ellas, y liderada por artistas con su misma perspectiva. The 1975, HAIM, o en este caso LANY, son algunos de los grandes referentes para una nueva generación fan que se vincula e identifica más que nunca con sus bandas favoritas.

En esta categoría bien podrían encajar Lovelytheband, unos acertados teloneros que aparecieron en escena a las 20:00h con un pop rock guitarrero típico, pero efectivo. Desde la pegadiza Make You Feel Pretty hasta la popularísima Broken, todos los temas del también trío californiano, fueron recibidos con los brazos abiertos por parte de las 600 personas que ya llenaban Cool Stage.

La frenética banda sonora de una ruptura

Con poco más de diez minutos de retraso, LANY abrió su primera noche en Madrid con el single Thick and Thin, pura frescura pop salida de su último disco, y que como es habitual en ellos, esconde un trasfondo doloroso y oscuro tras una melodía amable.

La primera mitad del show la solventaron intercalando algunas de sus canciones más antiguas como Yea, babe, no way o Good Girls, con otras más actuales como I Don't Wanna Love You Anymore, o la destacable Run, una rareza dentro de la discografía de los estadounidenses que incorpora una base entre trap y lo-fi a sus ya reconocibles punteos de guitarra.

La complicidad con el público fue inmediata: un Paul Klein desatado que ha pasado los últimos años curtiéndose en Coachella y acompañando como telonero a John Mayer, se sintió especialmente cómodo en un recinto mucho más pequeño de lo habitual para la banda. Tanto el cantante como los fans supieron aprovechar la intimidad que ofrece ese tipo de formato, y la interacción entre ambos fue constante.

El carisma y el llanto de Paul

El protagonista indiscutible de la noche fue el propio líder de LANY. Un papel más que asumido por el modelo reconvertido en músico, que en cada aparición se encarga de dejar en un segundo plano a sus compañeros Les (guitarra y teclado), y Jake (percusión).

Nadie parece discutírselo: Klein ha evolucionado hasta convertirse en un frontman sólido, que sin tener una gran voz, compensa sus directos con una pasión y entrega difíciles de encontrar.

El momento álgido de la actuación llegó cuando invitó al escenario a un jovencísimo fan para cantar juntos el tema Taking Me Back. Tal y como el propio Paul explicaría minutos después, aquella escena le retrotrajo a acontecimientos tan cruciales de su infancia que no pudo evitar emocionarse, hasta el punto de resultarle casi imposible continuar con el concierto.

Thru These Tears y ILYSB fueron los bises que pusieron punto y final a la noche. Dos elecciones de éxito asegurado para completar un setlist sorprendentemente dinámico, que a pesar de contar con canciones demasiado similares entre sí, funcionó lo mejor posible. Anoche LANY clavó su bandera en territorio español, uno de los pocos en los que todavía no había conseguido despegar del todo. Con la prueba definitiva de que el público está de su parte, sólo queda esperar a ver su nombre entre las próximas confirmaciones de festivales nacionales.