El feminismo adoptó un amplio espectro, como si la ideología conceptual originaria se hubiera abierto en un abanico confuso y amplio que puede contener cualquier tipo de manifestaciones verbales y mostrar imágenes de toda naturaleza, inclusive grotescas. Así como hubo carteles y pancartas insistiendo sobre los derechos que aún están pendientes como por ejemplo, a igual labor, misma retribución salarial, en otros casos ratificando alertas y pedidos de auxilio porque es más que cierto que el machismo femicida es un monstruo cuyo avance desmesurado no se detiene ni por un día.

Al menos en la República Argentina, cada 32 horas hay una mujer que está muriendo por femicidio, la mayoría de las veces son las manos de sus parejas actuales o de quienes dejaron de serlo, que se cubren con la sangre de esas víctimas. Familias destruidas, cuyos niños y niñas quedan bajo la potestad de familiares directos o, en ausencia de los mismos, del Estado.

Sin embargo, no todo está tan claro y muchas otras consignas tendientes a abolir toda distinción entre féminas y hombres se protegen bajo el paraguas del movimiento feminista. Se cree que, históricamente, el feminismo luchó contra la asimetría de poder en el seno de las instituciones, incluída la familia. Se luchó para abolir esa suerte de relación amo- esclavo o patrón-peón que con algunos "aderezos" de falso romanticismo acaban disimulando el patriarcado y la toma de decisiones a partir de la unívoca voz y voto masculina/o.

Quizás el rol de la maternidad y, por obvias y necesarias razones del paulatino desarrollo infantil, hayan favorecido el relegamiento de la mujer a los ámbitos exclusivamente domésticos, con la consecuencia del menor acceso al mundo del conocimiento, de las artes o de las ciencias. Pero eso ya es historia superada dado que el colectivo femenino rompió las barreras de lo doméstico y supo abrirse espacios en el ámbito de lo público.

Tardó en llegar el voto femenino pero lo hizo, todavía tardó más el cupo femenino para que el 30% de los escaños legislativos deban ser ocupados por las mujeres. Y continúan habiendo muchos temas pendientes que se rozan con la ética y la moral individual más que con el feminismo o el patriarcado. Temas que como sociedad debiéramos rotular como "asuntos inherentes al género humano" y no privativos de un género o del otro.

Más que un pañuelo anudado a un cuello

Tal es así como el de la autodeterminación para las conductas que involucren al propio cuerpo, temática que inmediatamente relacionamos con la aceptación o no del aborto. Asuntos que debieran conversarse, en todo caso en fuero íntimo de las parejas cuando no se trate del producto de un delito porque allí las mujeres sí en el terreno propio del derecho penal. Asunto tan trascendente para la existencia misma de la persona, sea que esté a favor o en contra, que sin lugar a dudas, excede el color de cualquier pañuelo anudado al cuello o a un bolso.

Las decisiones individuales de las personas debieran ser justamente eso, siempre que no atenten contra la ley y las buenas costumbres.

No se trata de machismo o feminismo sino de humanismo volcado en políticas públicas claras y concretas que definan los límites de lo individual. Desde un punto de vista personal, no debieran ser territorios transitados por las religiones o los Estados sino por las conciencias individuales de las personas.

Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios

Sin dudas, que el femicidio es un tipo penal que debe ser castigado con todo el peso de la ley, además de los agravamientos por los vínculos cuando correspondan. No solo eso, sino el acoso y más aún la violaciones.

Quedan muchas conquistas por ganar, pero no será desde lo burdo de una consigna que hiera el amor propio o la moral colectiva, no será desde la loca carrera por agotar las diferencias que distinguen biológicamente.

Más bien será desde continuar o retomar el camino recorrido por todas las que estuvieron antes en los descubrimientos científicos, en los colegios educativos, en los frentes de batalla, en las presidencias de los países, en los campos profesionales, en lo excelso del arte y hasta más allá de la misma atmósfera en el caso de las mujeres astronautas.

Será en todo caso por aquellas que comenzaron, por todas las que seguimos y por las que están naciendo.Será por una cuestión de dignidad y humanismo.