España a último minuto y con la polémica intervención del VAR, clasificó a octavos de final de la Copa del Mundo Rusia 2018, y lo hizo como primera del grupo A, con 4 puntos. Sin embargo, es innegable que la selección española dejó muchas dudas sobre su desempeño y juego durante la primera ronda del mundial. España sufre en sus primeros partidos.

Todo comenzó en el partido frente a Portugal, aunque la superioridad de España fue notable, «la Roja» no pudo concretar el triunfo. Los errores en la defensa, las imprecisiones en las salidas, y un garrafal error del portero David De Gea, que le permitió a Portugal anotar el segundo gol del partido, marcaron un debut dubitativo.

Un juego donde Cristiano Ronaldo tuvo una actuación fantástica, que le permitió anotar tres goles, dándole a Portugal la posibilidad de empatar con España. Aunque la Roja no se quedó atrás y logró apuntar tres anotaciones, dos por partes de Diego Costa y una de Nacho.

El segundo partido lo ganó frente a Irán por la mínima diferencia y con los ibéricos sufriendo, para derrumbar el gran planteamiento defensivo de los persas. Pero la verdadera debacle vino con el tercer y último partido de la primera ronda. España enfrentó a Marruecos, equipo que había mostrado que merecía más de lo que había obtenido y que, aunque ya eliminado luego de perder los dos primeros encuentros de la fase de grupos, quería irse con algún resultado que validara la buena impresión que habían dejado sus partidos más allá de las derrotas.

Y lo hizo: Khalid Boutaïd abrió la cuenta para los marroquíes al minuto catorce con un disparó que bañó a De Gea, portero de más que deficiente actuación en toda la copa. Cinco minutos después, una gran jugada de Iniesta para que Isco la completara en el único destello de buen Fútbol de la selección de España.

En el segundo tiempo el dominio de Marruecos fue indiscutible, manejaban el balón y controlaban el juego, a pesar de que era evidente su inferioridad técnica y la incapacidad de concretar en jugadas de gol.

España, por su parte, lucía tan tiesa como ante Irán, lenta, imprecisa; solo Isco destacaba con su entrega tanto en ataque como en control y defensa.

A los ochenta y un minutos, otra vez el combinado marroquí se ponía adelante en el partido con un golazo de Youssef En-Nesyri que parecía lapidario, a pesar de que España no quedaba fuera de octavos.

Pero ni siquiera la seguridad de la clasificación cambiaba nada en el plano juego de los españoles, que lograrían empatar luego de un gol no reconocido por posición adelantada y rectificado gracias a la consulta del principal, Ravshan Irmatov, al VAR.

Generación de oro de España

Durante años a la selección nacional de España se le conoció como “la furia”, nombre de alguna resonancia política. Esa furia, sin embargo, nunca concretaba triunfos y, a pesar de tener la liga más competitiva de Europa, España no ganaba ningún torneo importante y más bien hacía de las eliminaciones en octavos de final, tanto de la Eurocopa como del Mundial, una rutina.

No fue sino hasta 2008, cuando el plantel que llevaba años formando Luis Aragonés, que finalmente rompió el maleficio: ganaron la Eurocopa 2008.

Pero además, no solo habían ganado un torneo, sino que el equipo daba una impresión distinta, por primera vez en mucho tiempo se hablaba de «la forma» de juego español, una suerte de versión ibérica del «jogo bonito» que ha identificado siempre a los brasileros.

Aquella no solo fue una generación de oro por la cantidad de rutilantes estrellas que la componían, encabezada por el capitán Iker Casillas, tal vez el mejor portero de la historia del fútbol ibérico; y conformada por nombres como el de David Villa, máximo goleador del mundial 2010; Gerard Piqué; Xavi Hernández; Cesc Fábregas; Sergio Ramos; Jesús Navas; Fernando Torres; y Andrés Iniesta, para muchos el verdadero crack de la selección y cuyo providencial gol frente a Holanda en el Soccer City de la ciudad de Johannesburgo, le dio a España su única Copa del Mundo hasta ahora.

España: fin de ciclo

Pero como todo lo bueno de la vida debe terminar, pareciera que de aquella generación dorada queda poco, y no solo por los nombres de Villa, Torres, Fábregas y Casillas que ya no están en esta selección, sino por otros como el de Iniesta. Ya están de retirada de la selección. También porque a los nuevos jugadores, indiscutiblemente talentosos, les falta amoldarse al equipo y desarrollar una filosofía de juego como aquella que lograron junto a Luis Aragonés y Vicente del Bosque, los entrenadores que lograron llevar a España a ganar dos euros y un mundial, respectivamente.

A España probablemente le afectó lo ocurrido con Julen Lopetegui, el entrenador que debía dirigir a la selección en este mundial y que salió de la copa días antes del debut.

Esto pasó luego de que el Real Madrid anunciara que luego del mundial éste renunciaría para dirigir al equipo blanco; esto apenas días después de que Lopetegui había confirmado que luego del mundial seguiría dirigiendo a España.

Fernando Hierro, miembro de la generación de jugadores españoles eternamente frustrada de los años noventa, ocupó el banquillo de la dirección de forma emergente, y no puede decirse que lo ha hecho mal. En esencia ha respetado el trabajo previo de Lopetegui y ha continuado con su labor, pero sin la magia y orden táctico que le permitió a España hacerse campeona hace ocho años.

Los octavos de final: el reto de España

El partido de octavos de final, que se realizará el domingo primero de julio de 2018, luce accesible para España.

Rusia, que viene de golear a Arabia Saudita y de dominar cómodamente a Egipto, parecía un rival poderoso a la luz de sus resultados en esos dos primeros partidos del grupo A. Pero luego de su pobre actuación frente a Uruguay en el último partido de grupo, que la dejó en segundo lugar, quedó un poco más claro que más que mérito ruso.

La duda, por tanto, no parece ser si España le gana a Rusia, cosa que parece probable, sino saber si lo hará con un juego convincente que permita figurar a España como un rival serio a meterse al menos en semifinales. O por el contrario, bastará que en cuartos de finales se cruce con algún equipo fuerte y bien plantado, que los mande de regreso a Madrid para seguir preparando a una generación que logre la ansiada renovación de la que fue la mejor selección de la primera década del siglo XXI.