Hay algo muy extraño en nuestras creencias sociales con respecto a la salud. Desde el momento en que nace un bebé, los médicos toman medidas preventivas para preservar la salud física del bebé. Administran y programan las inmunizaciones necesarias y educan a los padres del nuevo niño sobre qué hacer si sospechan que su bebé está enfermando.

El cuidado de la salud física comienza en la infancia

A los niños se les recomienda tener pediatras los cuales deben visitar con regularidad y cuando sea médicamente necesario. Los adultos tienen médicos generales primarios que monitorean regularmente el estado general de la salud física de sus pacientes.

A partir de una edad temprana se les enseña directa e indirectamente a las personas sobre la importancia de monitorear y mantener su salud física.

Estos mensajes se distribuyen socialmente en una variedad de paquetes. Las escuelas requieren que los niños estén al día con sus vacunas. Sin tener en cuenta las circunstancias especiales, los padres deben proporcionar a la escuela de su elección los registros de vacunación de sus hijos para que el niño sea un estudiante en la escuela. Enseñamos a los niños pequeños cómo toser, estornudar y prevenir la propagación de gérmenes e infecciones promoviendo estándares de higiene saludables.

Incluso los niños son capaces de explicar con detalles comprensibles cuando no se sienten físicamente bien y, por lo general, pueden dictar suficientemente lo que está mal.

Las escuelas requieren, o al menos recomiendan encarecidamente, que les brinden atención médica a sus hijos si algo indica que el niño puede estar indispuesto, como por ejemplo tener fiebre.

Cuidando nuestra salud física como adultos

A medida que envejecemos, nos enseñan que no es suficiente simplemente observar y tratar los síntomas físicos a medida que ocurren.

Nos enseñan que nuestra salud física necesita ser monitoreada incluso si nos sentimos bien. Se nos anima a realizar un examen completo, al menos una vez al año para garantizar que todo funcione de manera óptima y para detectar, tratar y controlar cualquier problema o anomalía lo antes posible.

¿Qué hay de nuestra salud mental?

Cualquier cosa puede salir mal en su cuerpo en cualquier momento, con o sin su conocimiento. Debido a esto y a muchos otros factores, es importante hacer un examen físico todos los años para asegurarse de que todo esté bien, detectar y tratar las anomalías antes de que se conviertan en problemas reales y activos. Nuestra salud mental merece la misma cantidad de atención como mínimo. Las personas también deben evaluar su salud mental al menos una vez al año. Si se descubriera una anormalidad o algo de otro modo preocupante, esa persona debería participar en el mismo tratamiento activo y frecuente, que buscarían si recibieran un diagnóstico de salud física.

La terapia es para todos

Tener un terapeuta o consejero con el que tiene sesiones regularmente es sumamente importante. Todos pueden beneficiarse de la terapia. Todos tenemos problemas, entonces ¿por qué no discutirlos con personas autorizadas que pueden ayudarnos a procesarlas y enseñarnos las habilidades necesarias para gestionarlas o resolverlas? Deje de terminar la conversación sobre la salud en la salud física y agregue salud mental a la discusión. Una persona no puede ser verdaderamente saludable sin ambos. Necesitamos que nuestro cuerpo y nuestra mente funcionen según lo previsto para estar realmente bien.