monet (París, 1840- Giverny, 1926) es considerado el padre del impresionismo, un movimiento que surgió a raíz de una exposición, en el salón de los artistas independientes de París, entre el 15 de abril y el 15 de mayo de 1874. Su cuadro “Impresión, sol naciente”, que representa una escena del puerto del Havre, despertó el comentario despectivo del crítico Louis Leroy y terminó dando nombre a un movimiento que, de denostado, ha pasado a ser uno de los más buscados por los coleccionistas y disfrutados por los amantes del Arte.

Durante el 2017, fueron tres muestras distintas protagonizadas por pintores impresionistas las que tuvieron más éxito en cuanto a visitas a nivel mundial, según remarca The Art Newspaper.

Hace 20 años que en Londres no se le dedicaba una exposición a Monet, uno de los artistas preferidos por los ingleses, fue en la Royal Academy. De hecho en una encuesta realizada en el año 2015, Los lirios de agua de Monet, es el cuadro preferido de Gran Bretaña.

Monet y la Arquitectura en la National Gallery

Ahora, la National Gallery ha organizado una exposición que no se había hecho nunca, titulada 'Monet & Architecture' y podrá verse en el Ala de Sainsbury entre el 9 de abril - 29 de julio de 2018. Richard Thomson, es el comisario de la exposición, profesor de bellas artes de Watson Gordon en la Universidad de Edimburgo. Además, ha realizado el catálogo de la muestra.

Unas 75 obras en total, que se reparten en cinco décadas de trabajo de Monet, entre 1860 y 1912.

Tres años llevó localizarlas todas, pues muchas han sido cedidas por coleccionistas privados que abarcan desde el paisaje pintoresco del pueblo hasta la modernidad de la estación de tren, como en La Gare Saint-Lazare (1877).

Monet buscaba pintar el aire

Richard Thomson recalca que Monet no pretendía pintar los edificios en sí, su intención era pintar el aire que los rodeaba.

En una entrevista de 1895 Monet decía “Yo quiero pintar el aire que envuelve el puente, la casa, el barco; la belleza de la luz en la que se encuentran”. Un claro ejemplo de ello es su obsesión por pintar la Catedral de Rouen. Monet la denominó su “acantilado personal”, entre 1892 y 1893 la pintó al menos 30 veces, tratando de captar el ambiente cambiante de las luces a distintas horas del día y los colores de las diferentes estaciones.

Monet buscaba así capturar el momento, el carácter instantáneo de una arquitectura estable. La arquitectura era un medio de dotar a las pinturas de una forma regular enfrentada a la irregularidad de la naturaleza. Siete de las pinturas de la Catedral de Rouen se podrán ver en la exposición, junto al Gran Canal de 1908, El Pont Neuf, 1871, La cabaña del aduanero, 1888 o San Giorgio Maggiore, 1908.

La exposición se divide en tres áreas, que buscan a demás mostrar como Monet vivió y expresó el rápido cambio de la sociedad de su tiempo: La aldea y lo pintoresco, La ciudad y los moderno, con el tren y las estaciones, especialmente la de Saint-Lazare, muy próxima a su casa como punto de referencia y el Monumento y lo misterioso.

En febrero del año pasado se proyectó en cines el documental “Yo, Claude Monet” en el que Phil Grabsky, nos ofrecía un retrato del artista a través de las 3000 cartas que se conservan del pintor. En ellas se resume su amor a sus dos mujeres y su amor al trabajo. "Nací rebelde, desde muy pequeño me costaba acatar las normas" dice en su primera carta.

Solo hay dos motivos por los que deja de pintar, la muerte de sus dos esposas y el tiempo que le requiere el cuidado de su amado jardín. Ni sus problemas de visión ni la guerra son capaces de detener el impulso que le empuja hacia sus lienzos. Tendemos a ver a Monet como un pintor de la naturaleza salvaje, de los jardines y los nenúfares, pero esta exposición nos demuestra que es mucho más que eso, es un pintor de la luz.