Mario Vargas Llosa, tras perder con Fujimori las elecciones presidenciales en Perú, en 1990 narró una anécdota a un periodista de Paris Review. La escena se desarrollaba en Londres, en la cubierta de un barco, en el río Támesis, donde estaban celebrando el cumpleaños del gran poeta chileno, Pablo Neruda. Vargas Llosa estaba enfadado por un artículo que había salido en un periódico en el que se decía sobre él algo que era mentira y se le insultaba.

El poeta chileno, le advirtió con el peso que da la experiencia: “te estás haciendo famoso” y le explicó que cuanto más famoso se hiciera, más insultos recibiría “por cada elogio recibirás tres o cuatro insultos”.

Neruda acertó y Vargas Llosa se hizo más famoso, cada libro, cada apuesta personal o sobre todo política ha traído loas, pero también muchos detractores.

Una respuesta clara como ‘liberal’

Ahora, en su nuevo libro, “La llamada de la tribu”, Vargas Llosa explica la evolución de su proceso ideológico que le ha llevado, en una especie de parábola, del marxismo al Liberalismo. Y parece dedicar el ensayo a explicarles a quienes le han llamado “liberal” como un insulto, que en realidad no lo es. Defiende un estado eficaz pero que respete las libertades individuales, la educación y la ley, porque mantiene nadie quiere para su casa un estado como el cubano o el de Corea del Norte.

También cree que muchos intelectuales han estado cegados por las grandes ideologías despreciando a la democracia como un sistema mediocre.

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