Cuando se sueñan atmósferas se crean mundos infinitos y fascinantes, las realidades toman otra forma, las formas adquieren otras dimensiones y el arte se transforma en una obra que nace del corazón. El artista es una manifestación de emociones, donde la creación es el lenguaje; la expresión se suelta en multiples vibraciones, técnicas y temáticas que delimitan un estilo propio, una firma que hace reconocer lo imaginario por medio de la obra del autor.

Jose Manuel Sanchez-Darro es un artista que crea y recrea su propio mundo, donde la referencia de su entorno y las experiencias de su andar cotidiano enmarcan su obra, en la que desnuda los sentidos, el pensar, lo aprendido, su ideología, su sentir y sobre todo la emoción del espíritu artístico y humano.

La obra

El grabado y la poesía se entrelazan en las creaciones de Sanchez Darro, transpasando los mundos imaginarios, una característica irreal de lo abstracto, un abstracto narrativo para mostrarnos otros mundos, que vienen a ser reflejo de su imaginario vivencial y cultural. Su obra es un conjunto iconográfico constituido por múltiples referencias y experiencias personales. Se impregna de un despliegue sensitivo de aromas, de texturas, de visiones, emociones y de microcósmos y macrocosmos reducidos al mito como metáfora de sus anhelos, sentimientos, miedos o recuerdos.

La manifestación y la "Estación de los sentidos" caracteríza varias dimensiones libres y cromáticas. El mito y la naturaleza convergen en un espacio mágico, mostrado como cartografía de sueños; donde una figuración diversa, sirve de fondo y donde indudablemente " Vuela la imaginación".

Los "Velos del tiempo" divagan en imágenes reales y subreales de azules intensos donde el misterio representa las miserias humanas y lo subyugante del transitorio segundero. Los rostros, los sexos, los razgos que definen la humanidad y el constante deseo de cambiar el entorno y la vida donde las "Migraciones" son la fábula donde la obra protagoniza y aborda un contexto social y de justicia.

El artista

Jose Manuel Sanchez Darro es un artista que mezcla colores y formas, que riega imágenes que dejan huella. Cuando crea se vuelve mar, ímpetu y arena, sombra y pasos ardientes de luz, de vida y añoranza. En sus obras serpentean caminos jaspeados de piedras y el sendero de un viajero. En su talego palpitan grabados ya concluidos, un rollo de exquisito papel, un frasco de tinta, y los pinceles que nunca lo abandonan.

Sus creaciones huelen a historia, a pasado, a arenilla y ventisca pausada, se vislumbran los viajes, los recorridos, los andares, las incognitas del zodiaco y sus multiples interpretaciones cósmicas y universales que giran en constelaciones infinitas.

Las formas y figuras son preámbulos de mundos, de hilos bruñidos, líneas y gajos de tinta minuciosos. El grabado aparece majestuoso, presuntuoso de esquemas, del "Albaicín y los Veranos de Granada” Hay ojos circunstanciales que no miran, sólo ansían por descubrir "La dulzura de la paz". Los colores hacen rictus en el lienzo blanco y las líneas se cruzan como espectros trazados de formas y figuras que trenzan y guardan en su intimidad el astro que declina, paisajes solemnizados en la transfiguración que otorga el crepúsculo a los campos y al canto de los pájaros, a los montes recortados entre carmines o violetas, a las vaguadas donde las hadas danzan entre sus luces de misterio.

Me he sumergido en una Fe poética ante el grabado y, aparece el pintor, el amigo, a la cita de mi museo de albas. Perdida desde este umbral, en el conjunto de sus delicias, atravieso, una a una, las salas de lo inexpresable, paisajes en calma, intuyo las moradas infinitas que nos aguardan.

Sanchez- Darro describie los colores, las caricias, la oración del preámbulo. Se redime ante lo grandioso y crea un espectáculo. Sueña, inmerso en una belleza sin parangón, su obra es un danzar irreproducible, que no pertenece a la superficie de las cosas, nos remite a nosotros mismos, a la semilla de eternidad que habita en nuestro interior, nos remite a lo importante, a lo no transitorio, a aquello que nos engaña.

El grabado, no se demora en lo trivial y en lo fungible. El pincel diestro entre negros y blancos, nos hace entrever un destello de lo eterno. Nos conduce hasta el umbral del paradigma, como lo hacen las luces elocuentes del crepúsculo. Pues hemos contemplado preludios que eran, que son milagro y plegaria en un viaje hacia los centros celestes de lo imaginario.