Intento recordar las veces que el Amor ha tocado mi puerta, con el tempestuoso afán de penetrar y revolucionar cada centímetro de la piel y el corazón.
los amores, y aún más el primero que aparece en nuestra vida, tiene cierta similitud con estar embriagado o, inmerso en una suprema angustia; hay que expresarlos sin miedo, sin medida, e hilvanar los desgarrones antiguos sin que las cicatrices no supongan más sangres, ni tristezas. Hay que deleitarse con los amores y dejar que penetren poco a poco en las arterias henchidas de sensaciones sin recelo.
Amores condenados o perdidos, amores jubilosos y vividos, amores que se digan, que se griten, que se escriban y pronuncien, amores que se guarden en nuestro cofre secreto.
El amor
El amor es la manera más sublime de unir al mundo. No existen lugares ocultos ni remansos insondables, ni palabras, ni detalles que no hagan vibrar al más necio, al más frío o al más insensible. el amor es lo único que puede recrear el universo, de traspasar las barreras del tiempo, de acortar distancias, de fulminar las miserias, de mitigar la fuerza de tempestades sin miedo.
Amar es abrir el corazón y entregarlo cierto, descubrir una mirada, el placer de una caricia, la emoción de una palabra, la calidez de una abrazo.
El amor se muestra tal y como es, sin mentira ni malicia.
El amor es el éxtasis, frenesí que arrebata el aire y todo se vuelve vibración eterna. El amor se expresa y crece, de cualquier forma, es magia, deja huella, se queda lacrado como una sentencia en nuestro camino, es la marca perpetua, la debilidad o plenitud constante, lo que nos identifica y nos hace, nos sacude como una marea, nos revuelve, nos hace eternos, nos bendice y condena, nos hace inmensos, nos alivia y nos florece.
Pero que sea amor del bueno, amor sin esperar nada a cambio, amor en todo el buen sentido de la palabra. Con fragilidad en la mirada, con felicidad en los gestos, que apacigüe la angustia, que susurre templanza y ternura, sea paciente y respete el tiempo.