Si eres de los que habitan en las inmensidades del ciberespacio buscando las imágenes inapropiadas en Google, deberías descansar de tanta búsqueda inaccesible, y comenzar a recordar, si perteneces a mi generación o una de las anteriores, aquellos libros de ¿Dónde está Wally? que tantos quebraderos de cabeza nos han dado.

Gergely Dudas, un dibujante húngaro que firma con el sobrenombre de Dudolf, ha conseguido que miles de personas en las redes sociales vuelvan a atravesar los pantanos y páramos infranqueables para muchos de la búsqueda de imágenes en imágenes.

¿Una imagen dentro de otra imagen? ¿Pero esto qué es?, como diría Mauricio Colmenero, ¿otra paranoia tipo Origen?

Debe de serlo, pero funciona. A la gente le gustan los acertijos y a mí, en particular, también. Es una subida de ego, literalmente. Un subidón, subidón, que diría la otra. Porque el truco de estos libros es ese, acaparar la atención del lector que busca encontrarse con su inteligencia, su inocente habilidad para encontrar un objeto entre tantos, y vanagloriarse de ello. Cierto, es como las imágenes caleidoscópicas en tres dimensiones, aquellas en las que uno debe tranformar la visión para verlas. Tantos recuerdos, tantas horas perdidas.

El lector de las redes sociales mide el tiempo en minutos, quizás en segundos.

Lo importante de este tipo de imágenes es que es rápida la lectura de estas, es Arte efímero. Una vez que encontramos el truco, pierde en cierta manera su gracia. Es original, pero poco convincente.

Dudolf dibuja a un gato, sí, pero entre cientos de búhos. A un panda, entre muñecos de nieve; y hoy en San Valentín, un corazón, entre caracoles.

Cada imagen es una fotobúsqueda diferente. Todo un reto, sobre todo para acrecentar la curiosidad y la perspicacia de los locos bajitos. Mucha gente lo considera una tontería. Pero tiene mérito. Sobre todo porque para un dibujante tiene que ser un auténtico suplicio repetir el mismo dibujo en una obra, sólo para que venga el ojo de halcón y sepa dónde está el truco.

Dibujar es complicado. Lo dice uno que ha dibujado bastantes castillos en el aire.