En 1995 Tokio fue el escenario de uno de los peores atentados terroristas en la historia del país nipón; el ataque con gas sarín, orquestado por el líder del grupo Verdad Suprema, Shoko Asahara. El 6 de julio de 2018, 23 años después del suceso, la justicia japonesa finalmente cerró un siniestro episodio de su historia contemporánea. Asahara, de 63 años, fue ejecutado en la horca, tras haberse dictado la sentencia hace más de catorce años.
La ejecución tuvo lugar después de un largo proceso judicial, en el que Asahara apeló a un último recurso que confirmaba su inocencia con respecto a los cargos que se le imputan.
De la misma manera, el diario español El País dio a conocer que otros seis implicados, vinculados a la secta religiosa Verdad Suprema, y que habrían participado en el atentado, también fueron ejecutados.
Verdad Suprema, la historia tras el atentado
Shoko Asahara, cuyo nombre real era Chizuo Matsumoto era principal fundador y líder religioso de Aum Shinrikyo, nombre japonés con el que se conocía el movimiento Verdad Suprema. Ciego desde su infancia, diversas fuentes señalan que el objetivo fundamental de Asahara con respecto al movimiento era el reconocimiento social, la influencia sobre sus seguidores y la ideologización de los mismos.
De la misma manera, Asahara fue acusado numerosas veces de lavado de cerebro, lo que terminó de minar su imagen como líder religioso para posicionarlo como el peligroso director de una secta.
Asahara mezcló en la doctrina difundida elementos del budismo, el cristianismo y el esoterismo chino, asegurando la salvación de sus seguidores a través de su iluminación. Bajo esta base, Asahara expandió su movimiento rápidamente, alcanzando a personas de distintos estratos, principalmente de un alto nivel educativo.
A 23 años del atentado, la justicia llega
Los actos criminales de Aum Shinrikyo iniciaron en noviembre de 1989 y se recrudecieron a mediado de los 90. La acción principal vinculada al movimiento terrorista fue el asesinato del abogado Tsutsumi Sakamoto. Posteriormente la organización se vincularía a la adquisición de distintas propiedades en Australia, así como el atentado final en el metro de Tokio terminó de posicionar a Aum Shinrikyo como una organización criminal.
Aunque Asahara admitió su responsabilidad por los ataques del gas sarín en 1996, Asahara también declaró que había sido instruido por Dios, y a la vez que advirtió a los abogados acusadores que si cuestionaban las decisiones de Aum Shinrikyo correrían riesgo de muerte. El resto de los implicados en el caso, Tomomasa Nakagawa, Tomomitsu Niimi, Kiohyde Hakayawa, Yoichiro Inoue y Sichi Endo también fueron ejecutados el mismo día que Asahara.