Donald Trump ha dejado claro que no busca hacer amigos entre sus socios y que su objetivo es que su país no salga perjudicado y no le importa dejar mal o humillar a quien sea. Así, en el marco de su primera gira Internacional, ha acusado a la mayoría de los países pertenecientes a la OTAN de aprovecharse de los contribuyentes norteamericanos al no invertir el dos por ciento de su PIB en gastos militares. Ha mantenido que la situación es insostenible y que no la piensa permitir.
Pero para humillación la que le hizo al pueblo alemán: “los alemanes son malos, muy malos” dijo, “The Germans are bad, very bad” refiriéndose a los millones de automóviles que los alemanes venden en Norteamérica, práctica que ofende al presidente y con la que pretende acabar.
Traducido a términos económicos el libre comercio es malo, muy malo porque Trump prefiere el proteccionismo.
Al final paciencia, mucha paciencia, es lo que han tenido que tener seis de los socios del G7 con el séptimo, es decir el presidente Trump, que se comporta como un niño mimado que no tiene experiencia en estas lides, y haciendo de tripas corazón han hecho caso omiso de su altivez, sus desplantes e insolencias.
Eso sí, a toro pasado, hasta la prudente canciller alemana, Ángela Merkel, ha tenido que hacer unas declaraciones que suenan contundentes viniendo de ella, claro que también influye el hecho de que está inmersa en plena campaña electoral, y su apuesta es el europeismo.