El pasado 3 de mayo se celebró el día mundial dedicado a la libertad de prensa. La organización Reporteros Sin Fronteras (RSF) utiliza un cuestionario que responden expertos en el que analizan el grado de libertad para ejercer el periodismo. Analizan factores como la independencia de los medios, el pluralismo, el ambiente de trabajo de los periodistas y la autocensura. A ello le suman los actos violentos ejercidos contra los periodistas. Según la organización en los últimos años se ha sufrido a nivel global una degeneración del 14%.

En dos tercios de los países analizados se ha producido un agravamiento de la situación.

Tres nuevos países han entrado en la lista negra en la que la libertad de prensa no es posible, Burundi, Egipto y Bahrein. Por su parte Turkenstan, Eritrea y Corea del Norte ocupan desde hace doce años los últimos puestos de la lista.

Siria ocupa el puesto 177, con 76 periodistas asesinados a lo largo de 2016, mientras Turquía es considerada la prisión de periodistas más grande del Mundo con 176 medios cerrados desde que se produjo el golpe de estado y en México se sabe que al ejercer el periodismo se corre un peligro mortal si las informaciones se mezclan con los intereses de la política o el narcotráfico.

Tanto las guerras como los regímenes totalitarios convierten la zona de Oriente Medio en una de las que la libertad de expresión está más amenazada.

El Kremlin en Rusia más que ejercer censura maneja directamente la información que puede ser ofrecida por los medios. Pero lo realmente grave son las limitaciones que empiezan a existir en las democracias occidentales. Christophe Deloire, secretario de RSF, dice que “este retroceso da vértigo a todos los que piensan que sin una libertad de Prensa sólida las otras libertades no podrán ser garantizadas”.

En la viñeta gráfica del día 3 de mayo del periódico El Mundo aparecía, en blanco y negro, la fachada del edificio de la redacción del New York Times, subido en un andamio estaba el único personaje en color de la escena, que por su pelo pajizo era fácil identificar con el presidente Trump, estaba construyendo un muro con el que tapaba la fachada del prestigioso diario.

La brecha abierta entre Trump y los medios y su continua descalificación de ellos se hace patente. Pero no es el único, muchos políticos han visto las ventajas de descalificar y banalizar el poder de la prensa.

Virginie Dangles es la redactora en jefe de RSF, ella ve tres factores explicativos para el hecho de que la libertad de prensa recule en los países democráticos, el endurecimiento del cuadro jurídico con motivo de la lucha contra el terrorismo, por ejemplo, con la autorización por parte de los jueces de escuchas a los periodistas. El aumento de la presión política directamente sobre los titulares de la prensa. Y el ambiente que pretende anular a los periodistas mediante la continua desacreditación de sus informaciones (citando aquí el caso directo del presidente Trump), así según sus palabras “la libertad de informar no desaparece de golpe, pero es progresivamente minada”.

Desde RSF se refieren a la llegada de “los hombres fuertes” a las democracias, con sus discursos contra los medios, no se trata solo de Donald Trump, o de toda la campaña del Brexit en el Reino Unido, sino también de la llegada al poder de dirigentes en países como Polonia con Jaroslw Kaczynski, Hungría con Viktor Orbán, Tanzania con Jonh Magufuli y, por supuesto, la Turquía de Erdogan.

La conclusión de RSF es que, en general a nivel mundial, la libertad de prensa nunca había estado tan amenazada y eso supone un grave descenso en las libertades sociales en general. Uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos es el de poder contar con una información adecuada y veraz que le permita hacerse una idea clara de lo que ocurre y así poder formarse su propia opinión y actuar en consecuencia.