Probablemente te cueste creerlo, pero cada dos día aparece un nuevo milmillonario en un tiempo en el que la Pobreza va ganando terreno por todos los países del mundo. Según el informe de Oxfam del año 2017, Premiar el trabajo y no la riqueza, la desigualdad salarial se ha disparado independientemente de las fronteras, siendo el 1% de la población más rica a nivel mundial la que posee hasta el 82% de la riqueza generada ese mismo año. Esto significa, que en apenas 12 meses, la riqueza de esa pequeña élite ha aumentado en 760.000 millones de dólares.
Mientras tanto, la riqueza acumulada por el 50% de los más pobres, que se calcula que son unos 3.700 millones de personas, no aumentó ni un ápice.
Pero, ¿cuál es el origen de este problema?
Sencillo. Mira a tu alrededor y fíjate en las grandes marcas, en toda esa ropa supuestamente barata que enormes multinacionales tratan de venderte, e intenta averiguar cuanto le han tenido que pagar a la persona que los fabricó a miles de kilómetros de distancia del lugar en el que vives. Fíjate en sus trabajadores, en la edad que tienen y las horas que meten e imagina cuanto deben cobrar. Piensa en todas esas franquicias de comida rápida que en su mayoría ofrecen trabajo temporal y que, además, está mal remunerado.
Intenta pensar en lo poco que ganan los de abajo, en general, en comparación con todo lo que deben ganar los accionistas dueños de la empresa.
La riqueza extrema de unos pocos privilegiados se ha construido sobre miles de trabajadores explotados, una realidad que ya consiguieron demostrar Marx y Engels en su día con El Manifiesto del Partido Comunista.
Independientemente de otros aspectos ideológicos, la obra demostró que el sistema capitalista tiene un gran fallo; y es que la riqueza no se distribuye de forma circular sino que es un sistema lineal en el que el capital se acumula en un solo extremo, aumentando gracias a los beneficios que aportan los trabajadores pero sin que éstos últimos se lucren de forma proporcional y recíproca.
Que los sistemas comunistas no hayan salido bien por motivos más que evidentes, más que nada porque fueron dictaduras o Estados represivos, no le quita sentido a un problema que ya se observó desde finales del siglo XIX y que se materializó con el famoso crack del 29 el siglo pasado, con la crisis del petróleo en los años 70 o, como ejemplo más reciente, con la fatal crisis inmobiliaria del 2008.
La sociedad mundial está cada vez más concienciada de este problema, ya que en una cuesta realizada en ese mismo informe se ve que la mayoría desearían vivir en Estados más igualitarios, en donde se establezcan unos salarios mínimos dignos que permitan a las personas vivir sin la sensación constante de que les están robando el tiempo de sus vidas a cambio de una absoluta miseria.
Lo que también está claro, es que las clases medias van despareciendo a medida que el Estado de Bienestar se desmorona.