La institución de matrimonio hoy en día es casi un término en desuso. El ejemplo puede ser visto en casi todas las familias. La justificación más común es: ¿Casarse para qué? Vamos a unirnos y listo. Y así camina la humanidad, dejando atrás diversos valores que creíamos hace un tiempo ser tan sagrados. Por cierto, hoy en día es arrogante y fuera de moda ser honesto, ser romántico, ser religioso entre otras cosas lo legal es ser tigüero, diferente, elegante y para el colmo de los pocos matrimonios que ocurren, una gran parte termina. Las personas se divorcian con meses de matrimonio.

¿Meses? ¿Cómo así? A no ser que haya violencia, traición o algo tan grave como eso, no veo justificación posible para ello. Es imposible conocer a una persona con la que se está casada a sólo unos meses, matrimonio es asociación, es poco a poco descubrir el compañero y ser descubierto por él, es renunciar a algunas cosas con tal de tener a su lado la persona que usted ama y que, de la misma manera, hará las mismas cosas por usted también.

Sin embargo, es hecho que las bodas no están durando. Y nos preguntamos por qué. No necesitamos ir muy lejos, los padres hoy en día no educan a sus hijos para el matrimonio. Las muchachas no quieren y no saben cocinar o limpiar una casa y son egoístas. Los jóvenes, a su vez, no se crean para ayudar a la mujer en casa o para tener la responsabilidad de mantener un hogar y también son egocéntricos.

¿En verdad lo estamos haciendo bien?

¿Cuántas son las muchachas que no hacen absolutamente nada en casa? ¿Cuántos son los muchachos que, con más de dieciocho años, no trabajan, muchos ni estudian, y los padres los mantienen? ¿Qué sucede cuando esos jóvenes, por descuido, se convierten en padres? Ya sabemos, vivimos o vemos esta historia constantemente: el abuelo y la abuela crean y sostienen tanto a los hijos, como a los hijos de sus hijos.

¿Qué estamos haciendo, como padres? ¿Acabamos creando personas complicadas, que necesitan desesperadamente terapia para entender cuál es su papel en este mundo, y si no son capaces de cuidar ni de sí mismas, que será mantener un matrimonio o cuidar de un hijo?

¿Cual es la mejor crianza?

Tal vez los padres antiguos fueran muy rígidos, pero hoy soltamos las riendas demasiado, y muchas veces creemos que lo conducimos por el camino correcto para que nuestros hijos no se lastimen.

pero todo es un engaño, pues acabamos perjudicándolos más. Tiene que haber un equilibrio. En cuanto sociedad, no Podemos seguir ciegamente las tradiciones, pero no podemos dejarlas completamente de lado. Tenemos que cultivar buenos valores, para nuestro bien y de nuestros propios descendientes.