El bioterrosimo es el uso de un organismo patógeno o de un producto biológico con la intención de ocasionar daño a las personas, animales, plantas u otros organismos, con el objetivo de influenciar la conducta de los gobiernos o intimidar a la población en general.

El uso de Armas Biológicas, consiste en el empleo de organismos vivos, principalmente virus, bacterias u otros microorganismos que son modificados en laboratorio a fin de facilitar su capacidad de propagarse en el ambiente, afectando a un gran número de individuos, resistiendo los tratamientos convencionales o haciéndolos más virulentos.

Estas armas son más económicas y más fáciles de desarrollar que las armas químicas y pueden dispersarse con mucha facilidad a través del aire, el agua o los alimentos, pudiendo ser muy difíciles de detectar debido a la amplia variabilidad en los períodos de incubación y han sido utilizadas desde tiempos remotos.

Algunas armas biológicas

Algunos microorganismos empleados como armas biológicas son el Bacillus antracis, conocido comúnmente como Ántrax, causante de una enfermedad infectocontagiosa altamente mortal llamada carbunco, carbón o simplemente Ántrax; el Clostridium botulinum, un bacilo que produce una neurotoxina paralizante que puede contaminar los alimentos; Yersinia pestis, causante de la peste bubónica; el ébola, virus de la viruela y Fransichella tularensis, entre muchos otros microorganismos han sido empleados como armas biológicas.

Incluso algunos expertos en materia de armas biológicas aseguran que el virus causante del SIDA, virus del inmunodeficiencia humana (VIH), es una arma biológica que se escapó de control.

A pesar de que en el año 1972 se prohibió a nivel mundial la fabricación de este tipo de armas, todavía en 1995 algunos países continuaban desarrollando estas devastadoras y temibles herramientas de destrucción masiva.

Entre ellos se encontraban Irak, Rusia, Bulgaria, China, India y Libia.

Se deben sumar esfuerzos

La constante amenaza del Bioterrorismo y el uso de armas biológicas como potentes elementos destructivos para la humanidad y la biodiversidad en general, pueden convertirse en un hecho de catastróficas e incalculables consecuencias.

Por tal motivo, los gobiernos, las organizaciones internacionales, intelectuales y científicos a nivel global deben orientar sus esfuerzos a la ejecución de políticas y acciones en contra de la creación y uso de este tipo de armas.