El paseo de Tony Illman con su familia por la playa de isla de Wedge, Australia, fue recompensado por la sorpresa del hallazgo de una botella con un mensaje dentro. Al principio Illman pensó que se trataba de algún desecho, pero al prestar más atención reparó en la estética del objeto y decidió recogerlo, pensando que quedaría bien en una de las estanterías de su biblioteca.
Los Illman no tardaron en reparar que la botella venía con un papel enrollado sujeto con una cinta en su interior. Al abrir la botella se encontraron en la hoja un texto escrito en alemán.
El mensaje estaba datado del 12 de junio de 1886. Informaba que había sido lanzado al mar desde el Paula, cuando navegaba a unas 950 millas de la costa suroccidental de Australia. En el dorso se pedía a quien lo encontrara que informase al Observatorio Naval Alemán o al consulado germano más cercano.
La familia se puso en contacto con el museo occidental de Australia, el cual a su vez informó a investigadores holandeses y alemanes. El arqueólogo marino Ross Anderson, del museo australiano, averiguó que era una botella de ginebra holandesa del siglo XIX.
Tras seis semanas de investigación, y después de leer el libro de bitácora del Paula, se comprobó que en una de sus entradas se hacía mención a este hecho, y que "la fecha y las coordenadas correspondían exactamente con la información del mensaje".
Se constató que se trataba de un experimento científico impulsado por el Observatorio Naval Alemán con el objetivo de investigar las corrientes transoceánicas y mejorar las rutas marítimas. La Agencia Federal Marítima e Hidrográfica de Alemania autentificó el hallazgo y la botella será exhibida en el Museo Marítimo de Freemantle.
Experimentos científicos similares
En el año 2015 fue encontrada otra botella con un mensaje dentro en la isla alemana de Aurum, en el mar del Norte. En este caso Marianne Winkler y su marido se toparon con una postal sin fecha, cuyo mensaje escrito en inglés, holandés y alemán, pedía a quien lo encontrara que apunte la información de cómo y dónde lo había descubierto y envíe el contenido de la botella a la Asociación de Biología Marina de Plymouth.
Los científicos de la asociación sabían que esta tenía más de 108 años y fue lanzada al mar entre 1904-1906 como parte del experimento, realizado por su ex presidente George Parker Bidder, que trataba de descubrir las corrientes de aguas profundas.
Desde la asociación informaron que en aquellos tiempos Bidder había lanzado al menos 1.020 botellas al mar, algunas de las cuales fueron encontradas casi enseguida por los pescadores, excepto esta.
Otros casos de botellas con mensajes encontradas en el mar
Hay muchos casos curiosos relacionados con este tema que nada tienen que ver con experimentos científicos.
Podríamos comentar que en 1953 una botella fue hallada en Tasmania y una señora reconoció la letra de su hijo que había muerto poco después de lanzarla al agua 35 años antes, cerca de Francia.
Se dio una romántica historia de amor acerca de Paulina y Ake Viking.
Un joven marinero sueco mientras navegaba en alta mar, decidió lanzar una botella con un mensaje pidiendo a cualquier chica que la encontrara que le respondiera. El padre de Paulina, un pescador siciliano, decidió seguir el hilo de lo que pensaba que era una broma, y se la dio a su hija. Ésta resolvió responder con otro mensaje por el mismo medio ¿os podéis imaginar el resultado? Ake visitó Sicilia, y acabaron casándose.
Uno de los casos más impactantes es el de Chunosuke Matsuyama, un marino japonés que naufragó con 44 compañeros en 1784. Poco antes de que él y sus compañeros murieran de hambre en un arrecife de coral del Pacífico, Matsuyama escribió un breve relato de su historia en un pedazo de madera, lo selló en una botella, y la arrojó al mar.
La botella estuvo durante 151 años a la deriva hasta que 1935 arribó a la costa del pueblo donde curiosamente había nacido nuestro personaje.
Los mares y océanos son inmensos… Por ello nos podríamos plantear otra pregunta: ¿qué posibilidades tenemos de que al tirar una botella al mar, esta sea recogida a miles y miles de kilómetros? Las posibilidades de que mensajes lanzados al mar, encerrados en botellas, lleguen a una costa a miles de kilómetros de distancia, y que además pudieran ser leídos por otras personas, y contestados, son verdaderamente escasas.
Entonces ¿por qué lanzamos botellas con mensajes al mar? El mar está asociado en el inconsciente colectivo con las emociones, con el misterio que subyace en la conexión de todas las cosas y con lo más profundo de la psique.
Tal vez sea la necesidad de conectar con otros, con todos los otros que también están deseosos de hacerse presentes. Tal vez, sólo sean mensajes de amor, desde y hacia la humanidad, a través de un canal rozando lo imposible y lo milagroso de lo desconocido.