Es curioso que el único exorcista católico de Rusia sea un español. La cosa comenzó hace más de dos décadas, cuando el sacerdote claretiano José María Vegas salió de sus labores pastorales madrileñas a la aventura rusa. Su congregación buscaba misioneros, con disponibilidad para unos pocos años, pero esta se expandió hasta los 21 que lleva allí este madrileño.

Labores cotidianas

Profesor del seminario católico de san Petersburgo, acompañante espiritual de matrimonios, pastor parroquial y, desde hace 8 años, también exorcista.

Como les sucedió a otros sacerdotes, es un nombramiento para una labor específica, por parte del obispo. No es algo extraño, aunque la Iglesia hable poco de este ministerio, sino que forma parte del ser y hacer sacerdotal.

Igual que un cura preside la Misa, predica, ayuda a los necesitados, administra la parroquia, bautiza o confiesa, también tiene el ministerio de la liberación demoníaca. Lo que sucede es que los casos suelen ser pocos, la predicación sobre el demonio es escasa y la publicidad sobre el tema es mínima.

Quién puede ser exorcista

La Iglesia católica ha sintetizado las condiciones del poseso en pocas líneas. Y, en algunas menos, ha resumido las especificaciones del exorcista. En todo caso, es necesario que vayamos a las fuentes oficiales, lejos de cualquier idea surgida de la fenomenología y los diálogos de las películas.

Para saber quién puede ser exorcista, acudimos al Código de Derecho Canónico, el libro que recoge la normativa de la Iglesia. Allí se nos dice que el exorcista ha de ser un “presbítero piadoso, docto, prudente y con integridad de vida”. Una sola línea, sacado del canon 1172, parágrafo 2.

Tales son las condiciones. Un presbítero es un sacerdote o un obispo católico.

Solo un ordenado puede ejercer como exorcista. Para ello, debe cuidar especialmente su vida espiritual y sus conductas cotidianas. Pero se le pide preparación, cosa que no siempre se tiene, al menos en lo que a exorcismos se refiere. Al tiempo, el obispo ha de concederle un permiso especial y específico.

Un misionero en la brecha

Don José María llegó a Rusia como misionero claretiano. Su congregación, fundada por san Antonio María Claret, lleva por el mundo su ardor apostólico. Ya el mismo fundador fue un incansable predicador. Solo por poner 2 ejemplos españoles: pateó su Cataluña natal, de 1843 a 1847, y las islas Canarias, entre 1848 y 1849. Hoy en día, es una congregación importante en lo que la evangelización de Rusia se refiere.

Como parte de su labor pastoral, ejerce el ministerio de exorcista. Hasta ahora, ha llevado adelante 4 casos, mientras que ha desestimado otros, por considerarlos enfermedades mentales. Y es que, por costumbre, la Iglesia recomienda la atención médica como primer paso. Y muchos de los presuntos posesos suelen ser enfermos mentales, a los que no se debe exorcizar.