Ya sea por la cercanía relativa en el tiempo o por el enorme significado que tuvo en la opinión pública, nos han llegado muchos documentos que permiten recrear lo que fue la Guerra de Marruecos (1911-1927). Y en ese compendio de archivos y recuerdos sobresalen todo tipo de anécdotas marcadas por la tragedia y también por la heroicidad de ciertos personajes, como por ejemplo, Senén Ordiales González.
Un madrileño que soñaba con volar
Senén Ordiales nació el 1 de noviembre de 1900 en Carabanchel Alto. Este madrileño, desde muy pequeño siempre soñó con pilotar su propio avión y surcar el viento en el ámbito militar; su pasión quedó patente cuando ingresó con 15 años en la Academia segoviana de Artillería.
Eran años donde la aviación comenzaba a "despegar" (nunca mejor dicho) gracias a las apuestas personales que solía realizar el rey Alfonso XIII, que solía apoyar todo aquello que era considerado como una innovación. Senén Ordiales aprovechó este momento para involucrarse con mayor ilusión en la aviación española.
Con solo 20 años, logró ascender al rango de teniente y por fin pudo cumplir su sueño de volar, aunque para ello tenía que pagar un precio muy alto: acudir a la Guerra de Marruecos.
La heroicidad de Senén Ordiales en Marruecos
La Guerra de Marruecos estaba enquistada y a menudo los españoles sufrían los sangrientos ataques de los rifeños liderados por Abd el Krim, que no dudaban acabar con los invasores de las formas más sangrientas.
Senén se alistó como voluntario al Regimiento Mixto de Artillería de Melilla.
Es aquí cuando Senén Ordiales se convertiría en uno de los personajes más aclamados de la aviación española. Tras el desastre de Annual, en el cual los rifeños amasacraron a las tropas españolas, se decidió realizar ataques de desquite a las posiciones de los nativos de Marruecos que tanta resistencia estaban poniendo.
Sin embargo, los rifeños pronto supieron como enfrentarse a los ataques aéreos, escondiéndose en las colinas y ametrallando a los aviones cuando estos bajaban el vuelo. Esto fue lo que presenció Senén Ordiales en 1925, cuando vio que un avión de compañeros fue derribado por los rifeños en Beni-Bu-Yahi.
A pesar de que los pilotos que iban en ese avión fallecieron en el acto, Senén tiró de casta para defender los cadáveres de sus compatriotas de las atrocidades que cometían los rifeños con los rivales abatidos.
Con su aparato modelo Bristol, Ordiales, junto a su artillero Gutiérrez Lanzas, decidió aterrizar donde se habían precipitado sus compañeros y abrir fuego contra los rebeldes marroquíes. No abandonaron a los soldados muertos hasta que llegaron refuerzos.
Por este acto, Senén Ordiales recibió la Medalla Militar individual por la valentía demostrada. Tras varios méritos más y de esquivar a la muerte durante múltiples ocasiones con su bombardero, su prestigio se vio truncado con la llegada de la Guerra Civil Española.
Al negarse a combatir con el bando republicano, Senén Ordiales fue fusilado el 18 de agosto de 1936, mismo día en el que García Lorca fue asesinado en Granada por las tropas franquistas.