Este planeta es un gigante extrasolar, cercano a su sol, con una pérdida continua, aunque pequeña, de atmósfera al espacio. Esta emisión rodea al planeta y se proyecta hacia la zona oscura del mismo. Es decir, forma una cola de gas, como si se tratase de un descomunal cometa que orbita una estrella.

Los nuevos datos nos ofrecen una visión más completa de la galaxia

Hace poco, parte de los datos del satélite Gaia se han puesto a disposición de especialistas y el gran público.

Esta misión europea fotografía todo a su alrededor y toma diferentes datos, con los que va configurando una guía de nuestra galaxia. Alguno de los resultados que ya se conocen son la confección de un mapa tridimensional de nuestra galaxia, datos de unos 1700 millones de estrellas y fotografías de galaxias cercanas a la nuestra.

Gracias a tales datos sabemos algo más de este planeta: por ejemplo, que se encuentra a 210 años luz de la Tierra. Como sucede con él, otros exoplanetas están siendo mejor situados, dentro de la propia galaxia, y conocemos con exactitud su distancia respecto a nosotros.

Un curioso descubrimiento gaseoso

WASP-107b es un gigante gaseoso, tipo Júpiter, y con un tamaño similar, aunque solo con un 12 % de su masa.

La cercanía a su sol lo convierte en un curioso cuerpo celestial, en un planeta que parece un cometa.

La causa es la cantidad de radiación que recibe. Esta infla su atmósfera y provoca su expulsión al espacio. Así, en el lado oscuro del planeta, el que no recibe la luz estelar, se conforma una cola alargada. Tan grande es que supera, entre 3 y 5 veces, al mismo planeta.

El propio tamaño del planeta se ve influenciado por esta radiación. Su diámetro se ha expandido. Recordemos que es de tipo gaseoso.

Y en esos gases se ha encontrado algo curioso, fruto de nuevas técnicas de detección: helio. Este elemento es el segundo más común del universo, luego del hidrógeno, pero nunca se había hallado en un exoplaneta.

Las técnicas usadas, basadas en el registro infrarrojo, solo alcanzaban a los exoplanetas más cercanos. Pero, ahora, con la implementación de nuevas técnicas, se alcanzan resultados prometedores en distancias lejanas.

La atmósfera perdida

Los datos conocidos aportan cifras a la pérdida de atmósfera de este exoplaneta: por segundo, lanza al espacio entre 10 000 y 300 000 toneladas de gas atmosférico.

Sin embargo, apenas supone un desgaste resaltable. A este paso, según las estimaciones, deberían pasar más de 13 000 millones de años para que el planeta quedase sin atmósfera.

Este hecho lleva al lanzamiento de una hipótesis acerca de varios exoplanetas gigantes rocosos. ¿No podrían ser estos el resto de grandes planetas gaseosos que han perdido su atmósfera? Tras un proceso de desgaste, su parte gaseosa habría salido despedida al espacio. Tras millones de años, solo quedaría la parte sólida del cuerpo. Por lo pronto, solo es una hipótesis.