Juan Francisco Gamella, catedrático de la Universidad de Granada en el área de Antropología Social, explica que determinadas sustancias en dosis "relativamente menores afectan, de forma decisiva, intensiva, dramática, el sistema nervioso central". A través de ese efecto “alteran nuestra alma, nuestra conciencia, nuestro estado de ánimo, nuestras emociones y alteran nuestra conducta”.
Es decir, alteran “como nos sentimos y como actuamos”, precisa.
Gamella, que hizo estas declaraciones en una conferencia en el Centre Cultural Blanquera, señala que en la mayoría de los casos” se busca ese “efecto primario” cuando se toman esas sustancias; “si yo me tomo un cocido de garbanzos mi estado de ánimo se ve alterado, sin duda”, explica el catedrático. Sin embargo, aclara que a nadie se le ocurriría “pensar que un cocido de garbanzos es una droga;” es decir, cualquier cosa que hagamos “afecta a nuestra conciencia y a nuestra mente porque no podemos separar mente y cuerpo tan fácilmente”, puntualiza.
En esta línea, explica que hay sustancias que los seres humanos han tomado “desde hace milenios “porque, según recuerda, un escritor muy famoso decía que “antes de ser agricultores fuimos farmacólogos“ y se tenía conocimiento de las sustancias que se comían y algunas se cogían y se ingerían "por motivos alimenticios porque nos daban placer comiéndolas pero también porque nos nutrían y nos daban energía y nos permitan seguir viviendo". Sin embargo, aclara que "otras no tenían efectos alimenticios"
Amanita muscaria
Un dato curioso,- explica Gamella- sobre la amanita muscaria es que se parece mucho a una hamburguesa y "es muy apreciada por su valor psicoactivo por grupos de todo el ártico"; los renos ingieren la "nieve mezclada con la orina" de los nativos que han tomado “amanita muscaria”.
Es decir , "la búsqueda de alterar la conciencia es universal en la mayoría de los mamíferos"; "no solo en los seres humanos"; de hecho, "se nos suele olvidar que pasamos un tercio de nuestra vida en un estado alterado de conciencia que no es descanso"; "es algo más", aclara. Probablemente, "demasiada, realidad es insoportable y tenemos que alterarla", indica el catedrático.
Pero es que, además, - indica el catedrático- las drogas "ayudan a reducir el dolor, a dormir, a relajarnos, nos estimulan y nos dan energía". "La búsqueda de energía, de paz, de emoción o de placer son algo fundamental en nuestra historia"; "un dolor de muelas en el paleolítico tendría que ser “terrible”, explica Gamella.
Por tanto, el opio, o, por ejemplo, la hoja del sauce que "tiene acetilsalicílico, lo mismo que la aspirina" se han usado a lo largo de la historia; "la mayoría de los fármacos, y de las curaciones se conocen mucho antes de la agricultura"; una parte de esos fármacos se "tomaban buscando sus efectos psicoactivos". "Y eso no ha disminuido a lo largo de la historia; lo que sí ha ido cambiando han sido las sustancias", recalca el experto.
Visión popular
El catedrático explica que cuando se habla de drogas en general hay una visión popular que se ha extendido en los últimos doscientos años que contribuye a considerarlas como "sustancias que causan problemas"; "para mi abuela, estaba claro, eran unas cosas malas que enganchaban, colocaban y dañaban"
En este sentido, Gamella explica que el efecto de las drogas "depende de las personas que las tomen"; por tanto, decir que "enganchan, colocan y dañan, es relativo"; por un lado, "tenemos a las sustancias" y, por otro, "a las personas". "Algunas personas rechazan ese estado de conciencia de las drogas porque les gusta mucho el control".