El emotivo testimonio de Laura Tauste, ha cambiado por completo el enfoque de este artículo. No era su nombre el que yo buscaba, sino el de Ángel Gracia y su insistencia en el uso de agua de mar para sanar.

Contando con incrédulos, contrainformadores e interesados varios, iba a comenzar proporcionando multitud de fuentes científicas que avalaran las propiedades curativas del agua de mar, pero la joven Laura Tauste, es la mejor demostración de lo que, durante años, vienen defendiendo aquéllos que siguen siendo tachados de locos y/o charlatanes.

Me quedo con la sana sonrisa de Laura.

Un simple dolor de cabeza empezó a condicionar la infancia de Tauste, convirtiéndola en un infierno del que parecía imposible salir. Tras ello, y hasta hace muy poco, se sucedieron los diagnósticos más fatales: fibromialgia y fatiga crónica, entre otros. Era evidente que Laura también era víctima de sensibilidad química múltiple, pero ésta, no fue diagnosticada porque, según los médicos, tal enfermedad no existía.

A partir de ahí, comenzó el calvario de los fármacos que tan sólo curaban los síntomas pero no sanaban de forma integral. Laura no se resignaba a vivir exclusivamente dentro de su burbuja donde, según ella misma dice, estaba todo "bien". Le recomendaron irse a vivir al campo y aguantar hasta donde pudiera.

Amén de todos los medicamentos que perjudicaban aún más su salud, esa era la alternativa que le daban. Está claro, según Laura, que nos han adiestrado a la perfección para hacernos creer que nuestra salud tan solo depende de una medicación, sin tener en cuenta lo que nos ofrece la naturaleza de forma gratuita.

Laura desaprendió lo aprendido para llegar a la conclusión, tras mucho investigar, de que su alimentación se basaba, mayormente, en productos acidificantes y, para empezar, acabó con ésta y comenzó con una dieta altamente alcalina.

Ahí estaba la clave principal para recuperar su salud. Tras "desaprender", aprendió que existía una forma más natural de desintoxicación.

El siguiente paso fue someterse a una limpieza hepática (Andreas Moritz). Tras dos años, Laura había eliminado cálculos y empezó a mejorar notablemente. Sin embargo, aún sentía que le faltaba algo más.

No era suficiente estar bien dentro de su burbuja. Y un buen día, tiene la oportunidad de asistir a una conferencia del doctor Ángel Gracia, (83 años) el hombre del agua de mar.

Cuenta, con comprensible emoción, cómo, sin dudarlo, acudió a la playa y tomó agua de la orilla (sin purificar). Medio litro de agua de mar (isotónica) al día, fue suficiente (tres partes de agua normal y una parte de agua de mar), aunque ella nos cuenta su experiencia, insiste en alentar en la autoinvestigación a todo aquel que aún tenga dudas. Hoy, ha podido salir de su burbuja recuperando su vitalidad y reforzando su sistema inmunitario, lo que le permite hacer una vida completamente normal.

Laura se recuperó porque quería hacerlo y como ella insiste en aclarar: el agua de mar, es gratis.

Este dato es relevante si se tiene en cuenta que ya, mirando con ojos de "dólar", son ocho las industrias que se dedican a "purificar" el agua de mar. Esta purificación del todo innecesaria, cuesta la friolera de 130 dólares el litro cuando en Nicaragua, en el Dispensario Marino, se viene suministrando de forma gratuita a todo aquel que lo necesite. Este dispensario, el único en Centroamérica, viene funcionando hace más de 11 años. No lo creáis. Informaros.