La planta de la artemisa annua (ajenjo dulce o chino), condenada por la OMS, viene siendo utilizada por Anamed.org en Tanzania y Mozambique con resultados sorprendentes y, donde los tratamientos farmacológicos prescritos, no son asequibles para la mayor parte de la población.

Ésta pequeña organización, una vez puesta en contacto con Josep Pamyès, le hizo llegar semillas híbridas, conseguidas en China. Antes de continuar, he de decir que, estas semillas híbridas, no se pueden reproducir y su coste resulta bastante elevado. Sin embargo, ya se encuentran semillas normales a orillas del río Besós, en Barcelona y a disposición de todo aquel que las necesite.

Aclarada este importante punto diré que, una vez que Josep Pamyès obtuvo la planta, la empezó a suministrar, previo consentimiento, a pacientes africanos, residentes en nuestro país: Cuatro infusiones al día de un gramo de hojas secas de artemisa, durante una semana, fueron suficientes para su total curación. Tras estos resultados, se proveyó de semillas a africanos que regresaban a su país con el objetivo de que pudieran plantar y disponer de este remedio en caso de necesidad. Pero volvemos a topar con los intereses de laboratorios farmacéuticos y estamentos del "sistema" que siguen sin ponerlo fácil.

Javier Galindo, cooperante de la ONG, Barcelona Solidaria, que colaboraba en el transporte de medicamentos de Novartis y Bayer al continente africano, no dejaba de pensar en que, lo que se daba a la población, no era más que una limosna y que tarde o temprano, volverían a quedarse sin tratamiento.

Se planteó pues, adquirir semillas y hojas secas de artemisa para empezar los tratamientos en Gambia. Dos de los ayudantes africanos, que iban a colaborar con él en este proyecto, cayeron enfermos de malaria. Tratados con artemisa, una semana después, estaban completamente restablecidos. A la vista de estos resultados, la mayor parte de la población, se puso manos a la obra.

El resultado fue que, al año y medio, fueron 30 mil las personas recuperadas de la malaria. Ni una sola muerte.

A partir de ahí, Galindo empezó a recibir visitas de Unicef, Cruz Roja, Médicos sin Fronteras y algún que otro "curioso del sistema" que le increparon por estar trabajando, sin título y contra lo establecido por la OMS.

A los quince días, los campos de artemisa, fueron arrasados por el gobierno de Gambia.

Sin embargo, en África, se cultiva artemisa annua. La producción es enviada a Suiza, donde Novartis, utilizando en principio activo de la planta (artemisinina), crea un medicamento cuyo precio de venta es de 50 euros. Sé que, contrainformadores, a cambio de dinero, defenderán ante la opinión pública, los intereses de las farmacéuticas así como con los que llaman charlatán a Josep Pamyès. Lo tengo asumido.

No padezco Hepatitis C, cáncer o malaria, pero, nadie estamos libres de contraer una enfermedad. Si me encontrara en semejante situación, no dudaría en probar este remedio natural que, cuando menos, no me va a hacer ningún mal.

Por último, me gustaría invitar a interesados y curiosos, a echar un vistazo a la revista PublMed.gov, (US National Library of Medicine, National Institutes of Health), donde se habla de la efectividad de la Artemisa en casos de Hepatitis C y B, diversos tipos de cáncer, malaria, dengue y un largo etc: "Derivados de la artemisinina de potencial utilidad contra cáncer de cólon y hepatitis viral".