"Soy oncólogo, y también médico naturista; dejé de usar la quimioterapia y me vi obligado a abandonar el sistema hospitalario porque no se me permitía poder estar en él como oncólogo, si no practicaba a rajatabla el protocolo aplicado a esta terapia". Estas declaraciones fueron, recogidas en una interviu por la periodista independiente, Alicia Ninou, el pasado mes de enero y publicadas en su blog, Nuevas Mentes, entre otros. Todo empezó con esta pregunta: ¿El Cáncer, tiene cura?
¿Qué profesional de la medicina resulta tan valiente como el que hoy nos ocupa?
Pues, Javier Herráez, oncólogo especialista en Cuidados Paliativos y exquimioterapeuta, como le gusta definirse. Tan seguro que, se ha atrevido a firmar una declaración en su blog T.A.O. Labore et Constantia. Ahora, este profesional se ha pasado al "lado oscuro": Acupuntura, Nueva Medicina Germánica (del controvertido Dr. Hammer) y Medicina Naturista.
Durante los tres años que prestó servicio en el Hospital de Lanzarote, observó que había pacientes de cáncer que se curaban, pero la mayoría lo hacían mediante cirugía. Sin embargo, la quimioterapia, aplicada normalmente a enfermos con una metástasis muy avanzada y, en su mayoría, considerados como pacientes paliativos, no obtenía los mismos resultados.
Lo que le hizo replantearse este tipo de terapia tóxica.
Para ello, Herráez, tuvo muy en cuenta, entre otros al, dos veces Premio Nobel, Otto Warburg y sus estudios sobre el cáncer y a Heinrich Kremer (The Silent Revolution in Cancer and AIDS Medicine - La revolución silenciosa del cáncer y el sida) donde recopila información científica y oficial de la etiopatogenia (causas y mecanismos del modo en que se produce una enfermedad en concreto).
Sin embargo, los colectivos médicos y científicos, ni siquiera los tuvieron en cuenta. Lo mismo ocurrió con los resultados obtenidos por René Quinton y que figuran en su libro, El Plasma de Quinton, donde se nos habla de las magníficas propiedades del agua de mar, poseedora de todos los minerales que se encuentran en nuestro propio organismo de un modo más concentrado.
Su uso está indicado para la prevención y cura de multitud de enfermedades entre las que se encuentra el temido cáncer. Este tesoro marino, aumenta la mineralización, mejora la transmisión energética, porque aporta más iones al cuerpo limpiando e hidratando el espacio intercelular.
Según las propias palabras de Herráez, en cuanto al protocolo aplicado para la quimioterapia: "era como matar moscas a cañonazos" y, a través de los nuevos conocimientos adquiridos, se atrevió a modificarla reduciendo al mínimo las dosis de este tratamiento. Los resultados no se hicieron esperar. Mayor número de curaciones y supervivencia, aún en casos muy graves. Esto no gustó y le llamaron al orden por saltarse el "protocolo".
Cada dos o tres meses, los historiales de ciertos pacientes con buenos resultados, desaparecían misteriosamente. Un compañero muy cercano a Herráiz, le confesó que esas historias médicas, estaban siendo "espiadas" dentro del propio establecimiento. No dudó entonces en abandonar el mundo hospitalario.
Gracias a Javier Herráez, sabemos que otra medicina es posible. Algo a tener muy en cuenta si observamos el alarmante aumento de casos de cáncer previstos por la OMS. ¿Tienen una bola de cristal para predecir el futuro o todo está perfectamente urdido? La sentencia está echada: Una de cada tres personas padecerán cáncer y uno de cada cuatro, fallecerá. Pero esto, tiene remedio.