Era una buena idea para continuar la senda. Anti como concepto explotaba una puerta en el Cine siempre abierta, la crítica directa a los males de que nos afligen y el antisistema como tónica. El mes de febrero nos trajo una revisión del amor a través de la ruptura de aquello que parecía ser romántico, extraña definición para el deseo, o simplemente el interés. Marzo comienza con un selecto grupo de films antibélicos de primer orden. Una visión de la guerra a través de cuatro films no ficción que desvelan las secuelas de los conflictos armados de Oriente Medio y Asia.

Joshua Oppenheimer, el brillante realizador norteamericano afincado en Dinamarca, abre el ciclo con La Mirada del Silencio (The look of silence, 2014), film que fue presentado en nuestro país en el Documenta Madrid. Su primera entrega, cinta que ganó el festival en el 2013, The Act of Killing, describió la senda de este segundo film, rodado antes que la presentación de The Act of killing, necesaria estrategia para poder dar voz a las víctimas del genocidio en Indonesia acontecida a finales de los años 60 y 70. Herida aún abierta por la victoria de los verdugos –una historia que se repite en muchos países, también en el nuestro. Un estado que se construye sobre una losa de casi un millón de muertos (personas de izquierdas, o afines a lo que fue el gobierno del general Sucarno), motivado por el golpe de estado de Suharto, apoyado por los Estados Unidos.

El film que se podrá ver en este ciclo es la primera parte de la dualidad que realiza Oppenheimer sobre el genocidio. En la primera entrega el dibujo de los torturadores, asesinos y verdugos, héroes aún en Indonesia desnuda la enfermedad de esta sociedad que vive sobornada por el poder de “los mafiosos”, como bien se definen las propias autoridades del movimiento político Pancasila, milicia paramilitar anticomunista que sigue sustentando un poder político relevante.

La mirada del silencio es una obra repleta de valentía, que aborda el estado de las victimas. Personas nongratas, ciudadanos de segunda que no tienen derechos ni voz. En multitud de casos, como el que se refleja con la familia que muestra Oppenheimer, abocados al exilio por el bien de sus vidas.

Wang Bing ha sido un asiduo del Docs de Lisboa.

La obra del cineasta chino, absolutamente necesaria para comprender el proceso de evolución social y política de la actual China, sobre todo la descripción del paso de la sociedad agrícola a la industrial. Films como Crude Oil (2006), The Dicht (2010), Three sisters (2012), Father and sons (2014), son libros abiertos sobre los procesos del gigante asiático. Wang Bing nos asombra con una extraña belleza de la lentitud a través de sus imágenes y retratos, films necesarios para comprender la sociedad postindustrial china.

La película que se mostrará en el ciclo, Ta´ang, son dos horas de metraje donde la cámara del cineasta acompaña a dos mujeres de la minoría étnica Ta´ang que tratan de supervivir en el campo de refugiados de ChaChang.

Este seguimiento es un espejo a través de estos testimonios del estado del país y sus brechas: la institucional, la política, económica y médica.

Koudelka Shooting Holy Land, de Gilad Baram y 300 Miles, de Orwa Al Mokdad, son los dos films que cerrarán el ciclo. El director Gilad Baram, fotógrafo y videoartista con base en Berlín y Palestina, fue asistente del fotógrafo Joshep Koudelka en su viaje por la Tierra Santa y filmó esta obra, su debut como director de documentales. Cuarenta años después de capturar las imágenes icónicas de la invasión soviética de Praga en 1968, Koudelka se conmueve profundamente al ver el muro construido por Israel en Cisjordania y se embarca en un proyecto, titulado Shooting Holy Land, que le llevará a una confrontación constante con la dura realidad de la violencia y el conflicto. 300 miles, también es La ópera prima del realizado sirio Orwa Al Mokdad. Una anti-road movie que documenta la imposibilidad de viajar por el interior de un país en guerra.