Si 20 años atrás alguien me hubiera dicho que una de mis películas favoritas sería una en la que aparece un tío metiéndose en el aseo, con la capacidad de propagar el mayor número de enfermedades venéreas de la historia, me sería muy difícil de imaginar, pero es la pura realidad.

Corrían los maravillosos años 90 y un señor llamado Danny Boyle estrenó una película que no era nada comercial, ni típica y tampoco era una historia de amor más para todos los públicos. Nada de eso. De hecho, este largometraje nos presentaba todo lo contrario, algo que no estábamos acostumbrados a ver en cines, que nos contaba una realidad vista desde otro punto de vista y donde nos dejaban constancia de que a veces pequeñas producciones pueden llegar a convertirse en enormes, e incluso dejar huella y ser un referente para muchos amantes del sector cinematográfico.

Quienes no hayan visto la película todavía absteneros de seguir leyendo. Si en la primera parte nos presentaban a un grupo de jóvenes locos por ciertas sustancias ilícitas, el desenfreno y la vida sin preocupaciones, ahora nos presentan a unos personajes maduros, que representan a una vieja generación adaptada a los nuevos tiempos. Estos nos muestran que los tiempos cambian, pero no siempre para mejor. Renton, el personaje interpretado por Ewan McGregor con 20 años menos, se fuga en plan "coge el dinero y corre" para darnos un final de lo más inesperado en la primera parte. Ahora veremos el desenlace de esa historia que tan buen sabor de boca nos dejó en su momento.

Si algo me alegra de este regreso de Trainspotting, dos décadas después, es comprobar que podemos volver a disfrutar de buena música y excelente fotografía.

A veces te olvidas de lo que se cuenta y te centras en cómo se cuenta, o por lo menos es lo que me pasa a mí con esta trama que no deja de fascinarme con su puesta en escena, coreografía y movimientos de cámara a la hora de presentarnos las diferentes historias.

No desvelaré gran cosa porque creo que merece la pena sorprenderse viendo la película y sacar tus propias impresiones.

Pero, debemos tener en cuenta que lo que se espera, sobre todo los fans de la primera parte, es que se rescate ese estado de ánimo y características de los personajes, ya que, sin ello, perderíamos el hilo y lo que nos hizo sumergirnos en la trama en una primera instancia.

Las personas pueden cambiar mucho físicamente con los años, pero no suelen hacerlo tanto en la parte psicológica, y con esta segunda entrega tenemos el claro ejemplo de ello.

Y esto me gusta. Sentía gran melancolía, no tanto por estos personajes en sí o por la historia que se cuenta, sino por la moraleja que nos da y la forma de presentárnosla. Puesto que si algo es cierto es que todos deberíamos ser dueños de nuestras vidas y, cómo no, poder elegir cómo queremos vivirla. Así se define el lema de Trainspotting: Choose Life (Elige la vida). Elígete a ti.