Bernardo Montoya, el único detenido por la desaparición y muerte de Laura Luelmo, ha confesado esta mañana en qué circunstancias capturó y asesinó a la joven.
La Guardia Civil consigue una confesión de Bernardo Montoya
La joven zamorana de 26 años, recientemente se había trasladado desde la provincia de Zamora a El Campillo, un pueblo de Huelva, para dar clases de plástica en el colegio de una localidad cercana, Nerva. El pasado día 13 la familia de la joven interponía una denuncia por desaparición al no tener noticias de ella.
Tanto el pueblo como las fuerzas de seguridad realizaron continuas batidas con la intención de localizar a Laura con vida.
El equipo que se encargó de la desaparición de Diana Ker, y de resolver el caso del niño Gabriel Cruz también se trasladó a El Campillo para unirse en la búsqueda de la joven.
Tras varios días de búsqueda intensa, el pasado lunes, se encontraba el cuerpo sin vida de Laura Luelmo con signos de violencia en un terreno de matorral y jaras a cinco kilómetros del último lugar donde se la vio con vida. El martes, el equipo de la Guardia Civil encargado del caso detenía a Bernardo Montoya, un hombre de 50 años, que ya había cumplido condena por el asesinato de una anciana.
Tras más de 24 horas de intensos interrogatorios, Bernardo Montoya ha confesado la verdad sobre el asesinato.
Preguntar por el supermercado a un vecino, la duda que le costó la vida a Laura Luelmo
Según las confesiones de Bernardo Montoya, Laura Luelmo se acercó y le preguntó si existía algún supermercado cercano. Este le facilitó unas indicaciones erróneas que le condujeron a un callejón sin salida donde la esperaba con la intención de violarla.
Desde el principio Laura Luelmo, según la confesión de Bernardo Montoya, opuso resistencia tanto verbal como física. El resultado fue que, durante la discusión golpeó la cabeza de la joven violentamente contra el coche, dejándola al instante inconsciente. En ese momento, según las propias palabras del detenido, la amordazó y la metió en el maletero de su coche.
Según su declaración, subió al coche y condujo hasta el lugar donde se encontró el cuerpo. Allí, la desnudó y trató de agredirla sexualmente. Finalmente, escondió el cuerpo entre jaras. Bernardo Montoya afirma en su confesión que Laura Luelmo estaba viva cuando se marchó del lugar, lo que descarta la hipótesis que se barajaba de un secuestro previo al asesinato.