El último caso violencia intrafamiliar se ha dado en Jaén, en dónde Francisco asesinó a su esposa María Belén y a sus dos hijos, con un cuchillo (un 50% de estos asesinos utilizan armas blancas en sus crímenes), para después tirarse por la ventana de un cuarto piso. Este trágico homicidio se suma a la larga lista de los primeros mil crímenes de este tipo en el país.
El informe del Observatorio contra la Violencia Doméstica afirma que la mayor parte de los homicidas escapan o mienten para no ser encarcelados
Según un informe del CGPJ (Observatorio contra la Violencia de Doméstica y de Género del Poder Judicial), en donde se han estudiado los mil primeros crímenes domésticos (se empezó en 2003 y se ha contabilizado hasta 2019), ha mostrado un análisis en donde solo un 21% de los homicidas se suicidan después del crimen, otro 21% se entrega a la policía y el resto intentan huir de las autoridades o mienten y niegan los hechos.
Patricia Alcaraz, una psiquiatra forense muy mediática, le parece muy importante que la población sepa que el comportamiento general de estos criminales no es el de quitarse la vida, “eso es un mito”.
La maternidad es muchas veces la clave para que las mujeres no denuncien, pues el agresor tiene a los hijos como rehenes
Un balance realizado por el Poder Judicial indica que cada semana en España un hombre mata a una mujer, normalmente su pareja sentimental o su expareja, y que la condena generalmente por estos homicidios es de 17,9 años de prisión. Y es que en el 48% de las veces la victima y el agresor eran un matrimonio y el 75% de las mujeres a las que se les quita la vida tenían hijos. Según el Observatorio, esto da un patrón en donde la maternidad es clave.
El agresor la utiliza para tener atada y manipulada a la víctima, con los hijos como rehenes (los cuales en múltiples ocasiones también se convierten en víctimas del homicidio).
La desescalada ha propiciado una avalancha de denuncias por violencia doméstica que ya se preveía desde el confinamiento
Este asesinato en Jaén es solo la punta del iceberg que los expertos en violencia doméstica temían.
Debido a la pandemia, el teléfono de asistencia a las mujeres maltratadas a penas sonaba, pues tenían que convivir, por las circunstancias, con su agresor. Pero ahora, con la desescalada, el aumento de las denuncias ha sido brutal. Gracias a esta en Alicante se ha podido salvar a una joven que durante meses tuvo que sufrir violaciones y agresiones físicas y verbales (además de vivir encerrada a la fuerza en su casa), pues pudieron denunciar su desaparición, al no verla en varios meses. Junto a su marido han sido detenidas otras tres personas que le ayudaban.