Años atrás, muchas personas sufrían de padecimientos graves y morían en poco tiempo, por lo cual las personas solo buscaban en el médico un poco de alivio. Sin embargo, con el pasar de los años, y los adelantos de la ciencia y la tecnología, se sabe que existen tratamientos que pueden de alguna manera, alargar la vida de personas que tienen enfermedades graves, lo cual ha llevado en algunas personas al pensamiento errado de que la muerte es un hecho que puede ser aplazado de forma indefinida. No obstante, y aunque suene paradójico, la muerte es parte de la vida, y hay que aprender a aceptarla.

El paciente terminal

Un paciente terminal es aquel que tiene una enfermedad no puede ser curada, por lo cual se espera en su evolución, la muerte, en un corto lapso de tiempo.

Usualmente, este término es empleado para designar a los pacientes con enfermedades como el cáncer, o enfermedades cardíacas y/o pulmonares graves; y es importante en el área sanitaria, abordar el tema con naturalidad.

Por lo general, los enfermos terminales y sus familias deben tratar de entender la posible evolución fatal de la enfermedad, así como las alternativas disponibles para de alguna manera “convivir” con esta situación personal y familiar; y el paciente tiene el derecho de dar a conocer y elegir con respecto a las opciones tratamiento.

Fases del duelo

Por supuesto que todos enfrentamos el duelo de manera diferente. Sin embargo, basado en el modelo de la psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross, el duelo pasa por cinco fases emocionales que pueden o no darse en forma secuencial, y son: primero la negación, que es un mecanismo de defensa temporal para dar paso a la rabia, y luego a la negociación, fase en la que el individuo siente que puede de alguna manera retrasar la muerte, pero cuando se da cuenta de la realidad cae en la depresión y finalmente en la aceptación.

Cuando se acerca la muerte

Es importante que los familiares mantengan en todo momento el contacto físico con el enfermo, y que tanto el enfermo como sus seres queridos mantengan comunicación abierta y constante con el equipo de salud. Durante todo el proceso del duelo y la muerte, y aclarar, de ser posible por escrito, si el enfermo desea en fase de agonía no ser hospitalizado o no recibir tratamiento que prolonguen su existencia.

De ser así, si el enfermo va a estar en su casa hay que tomar en cuenta que debe estar en un lugar lo más tranquilo, silencioso y confortable posible. Además de orientar a los familiares sobre qué hacer y que no, en cada situación. De igual manera es útil que reciban asesoría en materia religiosa, funeraria y legal, a fin de estar preparados y superar la pérdida d una forma más llevadera.