Escuchar parece ser algo fácil, una habilidad natural con la que contamos todos los que tenemos una buena audición. Pero la realidad es que no todos los que oyen bien, escuchan; ni todos los que escuchan, oyen bien. ¿Te parece un trabalenguas? Pues dejará de serlo en cuando entiendas que escuchar tiene que ver más con la atención que como en la audición, y que aunque muchas veces les restamos importancia. Son nuestras habilidades como oyentes las que mayormente nos garantizan el éxito en nuestras relaciones interpersonales.

Error #1: Fingir la atención

Es el más común de todos los errores. Deseamos parecer atentos y amables; pero eso, desde muy temprano en la vida, creamos el hábito de fingir que atendamos. Pero hay señales que irrefutablemente revelan una falsa atención, incluyendo una mirada fija e indiferente, así como el nerviosismo o el notable esfuerzo por parecer atento cuando en realidad la mente está en otra cosa.

Cómo corregirlo: Fingir la atención puede tener consecuencias muy serias, porque las personas pueden sentirse insultados cuando descubren que alguien está simulando que las escucha. Un remedio para este problema es encontrar puntos de interés. Si comienzas a escuchar a otro dando por sentado que vas a aburrirte con su conversación, entonces lo más probable es que no prestes atención; sin embargo, si te esfuerzas por encontrar interesante el tema, escuchar te será mucho más fácil.

Error #2: Oír sólo las palabras

Un segundo mal hábito es el de escuchar las palabras solamente. Esto quiere decir que, con frecuencia, nos concentramos en las palabras individuales y en lo que significan, pero no escuchamos las ideas, motivaciones e intenciones que hay detrás de cada una de ellas.

El significado de cualquier mensaje es el resultado de lo que se ha dicho y de lo que se ha dejado de decir, o se expresado a través de otras vías.

Y un buen oyente debe tratar de captar todas las implicaciones de un mensaje para analizar su total significado. Escuchar no es una recepción pasiva, sino un proceso activo. Y el comportamiento no verbal también es esencial para lograr entender lo que el comunicador está tratando de decir.

Cómo corregirlo: No seas sólo oídos.

Cuando escuches a otro, prestas atención al estímulo verbal, pero tampoco olvides el estímulo visual; es decir, los movimientos, las expresiones faciales, el contacto ocular de tu interlocutor. Y trata de integrar y fundir todo eso con lo que se ha articulado. Esa es también un excelente manera de mantenerte concentrado en los que escuchas.

Error #3: Distraerse con facilidad

Un oyente pobre es fácilmente afectado por las distracciones ambientales. Las conversaciones, sobre todo las que sostienes con tus amigas, tú pareja y tus familiares, suelen ocurrir en sitios con altos niveles de estímulos: un bar, un restaurante. Pero también es fácil distraerse con estímulos que están directamente relacionados con el interlocutor.

Como corregirlo: Hay dos formas de resolver este problema. La primera es eliminar las distracciones ambientales. Es decir, que si tu amiga te está contando algo importante, pero te es imposible oírla a causa de la música o la gritería de los que te rodean, entonces tienes que hacer un esfuerzo físico para desaparecer o alejar las distracciones: cierra las puertas, apaga el televisor, o deja de hacer lo que estás haciendo.

La segunda solución exige un esfuerzo mental para prestarle más atención al contenido del mensaje e ignorarlas forma en que éste es transmitido. Si tú interlocutor tiene modales o hábitos de conversación que son molestos o demasiado llamativos, deberás tratar de concentrarte única y exclusivamente en lo que él te está queriendo decir.