"Senyor pirotècnic pot començar la mascletà" (Señor pirotécnico puede comenzar la mascletà), esta frase pronunciada por la Fallera Mayor y la Fallera Mayor Infantil a las 14:00 horas es la señal inequívoca para que la composición pirotécnica de luz y sonido ruidosa y rítmica estimule los sentidos de quienes disfrutan este espectáculo singular, genuino y único en el mundo.

La ciudad de Valencia del 1 al 19 de marzo intensifica su ritmo trepidante y, además, modifica las rutinas productivas de los valencianos en las horas previas a este evento. Así, los alumnos dejan sus clases, los comercios cierran sus puertas, el centro queda completamente colapsado mientras que la estación del Norte de Valencia, en las proximidades a la plaza del Ayuntamiento, experimenta un bullicio efervescente al recibir a ciudadanos del área metropolitana dispuestos a disfrutar de la mascletà.

Sin embargo, para que este escenario sea realidad es imprescindible que durante la mañana la pirotecnia encargada de la "disparà" (sinónimo de mascletà) disponga los fuegos de artificio en el espacio habilitado entre el ayuntamiento y el edificio de correos. El resultado de la combinación de todos estos elementos compuestos por pólvora será determinante para que el terremoto sonoro y visual haga vibrar a los presentes e, incluso, salpicar con ese impulso a quienes lo verán por Internet.

Antes de la mascletà

A partir de la una de la tarde las calles aledañas a la plaza se llenan de personas que van en la misma dirección; algunos ataviados con parte de la indumentaria fallera; no queda ni un rincón libre; y, naturalmente, los balcones que dan a la plaza están llenos; incluido, el del Ayuntamiento presidido por las falleras y los falleros que disfrutan de cada instante.

Mientras los pirotécnicos en la plaza apuran hasta el último momento para preparar los fuegos artificiales; apuran los minutos sin parar de mirar el reloj esperando que lleguen las dos de la tarde y las falleras pronuncien la frase que dará paso al fuego.

Son las casi las dos; la plaza está llena y, de repente, se hace el silencio entre la muchedumbre; eso significa que faltan segundos para que dé inició la mascletà; tras los primeros disparos la secuencia de sonido es proporcional al olor que se esparce por todas partes; es olor a pólvora.

Ese olor tan característico se va intensificando a medida que el sonido adquiere un ritmo y una intensidad cada vez mayor. Llega el momento del terremoto; nadie habla; solo se escucha el sonido de la mascletà.

En las caras de los locales se dibuja una inmensa sonrisa de satisfacción mientras la mascletà se desarrolla; sin embargo, los que llegan de fuera, en algunos casos se quedan perplejos, en otros casos huyen del centro de impacto sonoro y visual y, finalmente, hay un tercer grupo que se mimetiza y disfruta del espectáculo.

El sonido, cesa de repente, entre la expectación del público que abandona el silencio deseado para aplaudir a los pirotécnicos para agasajar el espectáculo que han acabado de vivir. Los pirotécnicos abandonan la plaza y suben a conocer la opinión de las falleras y de las autoridades.

Epílogo

Ese momento es el tiempo de balance; en el que propios y extraños ofrecen su opinión sobre el espectáculo. De esta forma, la mascletà aún habiendo acabado pervive en la memoria y en los comentarios que hace el público.

Cuando todo acaba, poco a poco, se van dispersando como sino hubiera pasado nada y la ciudad recupera el ritmo normal de estos días festivos. La disparà se celebrará hasta el próximo jueves, 19 de marzo, que es la fiesta principal de las fallas en València.