Todos y cada uno de nosotros estamos condicionados por una serie de factores tanto internos como externos: nuestra propia personalidad, ideología, creencias religiosas, pertenencia a un grupo cultural, valores, experiencias, educación, emociones, etc.

Somos subjetivismo puro

Este es un hecho al que no nos podemos sustraer. Ante los hechos externos, ahí está nuestra subjetividad, todos esos factores, ese mapa mental que cada uno tiene sobre la “realidad” y lo que debe ser. El engranaje se pone en marcha para interpretar los hechos externos según estos patrones preestablecidos, y la obtención de este producto es el significado que para cada uno tienen esos hechos y que confundimos con la realidad.

Por esa razón, no hay un solo hecho externo que tenga una misma interpretación, porque la humanidad es tan diversa como los individuos que la componen.

Esa interpretación que puede representarse en nuestra mente en imágenes, pero que pensamos y expresamos en palabras.

Construimos un relato único que aceptamos como verdad. Existe un factor de intencionalidad, más o menos consciente, en la recreación de esa realidad, tendente a que se ajuste a ese mapa personal también único.

Así que todos tenemos razón, y ninguno la tenemos. Tenemos razón porque a nivel individual estamos convencidos de que esa visión nuestra es la verdad. No la tenemos porque por el mismo hecho de ser humanos nuestra perspectiva es limitada, y además es imposible que todos tengamos razón o estemos equivocados.

“La historia la escriben los vencedores”

Winston Churchill pronunció esta frase el 4 de febrero de 1944, acuñada previamente por el escritor George Orwell en su libro de 1984.

El primer ministro británico tenía claro el poder del relato en la construcción de la realidad y en la construcción de la historia. Fue premio Nobel de Literatura en 1953 y escribió, entre otros, un libro sobre la Segunda Guerra Mundial.

No dudó en afirmar que “la historia será generosa conmigo, puesto que tengo la intención de escribirla”. Parece que no iba desencaminado, ya que actualmente es considerado uno de los mejores líderes que ha habido en tiempos de guerra.

La historia la escriben los vencedores, o lo que viene a ser lo mismo, los que tienen los medios para hacerlo, que son los que están en el poder.

Actualmente es evidente la gran influencia que tiene la construcción del relato de los hechos que realizan los medios de Comunicación, de un alcance y repercusión difíciles de mesurar por su magnitud, la influencia de las redes sociales en la difusión de información a nivel mundial, y El relato que exhiben a diario todas las fuerzas políticas.

Vemos en el ámbito de la Justicia, cuando un caso se convierte en mediático, el riesgo que comporta que el juicio, en realidad, se realice más fuera que dentro del tribunal, sometido a la presión política, la de los medios, y la de la “opinión” popular.

¿El relato es construido por la realidad o la realidad es construida por el relato? ¿Qué realidad y qué relato?

El poder que ejerce la construcción del relato en la sociedad es enorme y puede disparar auténticos movimientos populares, crear escenarios de discordia o de entendimiento, potenciar la capacidad crítica de los que son conscientes de este hecho o, por el contrario, crear auténticos rebaños de seguidores incondicionales adheridos a una visión que ni siquiera es la suya.