El pasado martes la capital danesa amanecía con su símbolo más característico e importante teñido de rojo. Esta acción de la que no se conoce todavía a los responsables de la autoría, es una forma de protesta en contra de la matanza de ballenas que se lleva a cabo todos los veranos en las Islas Feroe.

Las Islas Feroe son un pequeño archipiélago situado en el Atlántico Norte y cuya nacionalidad pertenece a Dinamarca. Todos los veranos se lleva a cabo una tradición que hasta ahora había permanecido en la sombra, la llamada “Grindaráp”, cuya única finalidad es la caza de las ballenas que llegan a las costas de las islas en los meses de julio y agosto.

¿En qué consiste esta tradición?

Esta celebración centenaria que reúne a gran parte de la población de las Islas Feroe durante los meses de verano se realiza en conmemoración de las prácticas y usos de vida tradicionales que iniciaron los habitantes primigenios de las islas. Primero, los barcos de pesca arrinconan a las ballenas y las dirigen a aguas poco profundas. Una vez allí, son acribilladas con arpones y machetes hasta darles muerte, y su carne se reparte entre los habitantes de las islas.

Según defienden los ciudadanos de las islas esta actividad sirve para aprovisionar de comida a los habitantes del archipiélago, y tan solo se realiza en unos meses muy concretos. Además consideran que el evento no pone en riesgo la supervivencia de las especies de ballenas cazadas, porque en el Atlántico, tanto las ballenas piloto como los calderones, abundan en grandes cantidades.

Grupos de protesta

El verano pasado esta festividad se hizo polémica tras la publicación de un vídeo que se hizo viral en el que se mostraba la monstruosidad de estas prácticas y el impacto medioambiental que este tipo de tradiciones producía. El colectivo de conservación marina Sea Shepherd publicó este vídeo después de que siete de sus voluntarios fueran detenidos por la policía de las Feroe en un intento de frenar la matanza.

El lanzamiento del vídeo promovió la movilización de otros grupos ecologistas que han condenado esta actividad y que han exigido al gobierno danés que prohiba estas prácticas antianimalistas.

Además de los grupos medioambientales que se posicionan en contra de estas tradiciones , numerosas personas se han visto afectadas por la gravedad e impacto que producen las imágenes.

Destaca la campaña de change.org lanzada en Madrid y dirigida a instituciones europeas y danesas que busca acabar con estas sangrientas tradiciones y pretende ejercer presión contra estas prácticas que atentan contra el medio ambiente y contra los seres vivos.