La belleza de una ciudad puede sobrecogernos tanto, que muchas veces decidimos no salir de ella. Otros viajeros, aquellos que sí o sí tienen que regresar a sus rutinas, recuerdan el viaje a sitios como Florencia, Roma o Milán con una mezcla de sentimientos y emociones difícil de describir.

El síndrome de Stendhal, como se conoce a esta patología, suele presentar mareos, sudores y palpitaciones ante una obra de arte o un paisaje de extrema belleza.

Un trastorno sumamente subjetivo y cuestionable para muchos. Para otros, algo extraño que no siempre ocurre, pero pasa.

La psiquiatra que más ha desarrollado esta patología es una italiana llamada Magherini. Los pacientes que atendió durante varias décadas en el hospital de Florencia, le han ayudado para analizar en profundidad ciertas características comunes.

Más del 60 % de los viajeros que ella identificó con el síndrome de Stendhal presentaron trastornos de pensamiento. Es decir que vieron momentáneamente alteradas las percepciones del color o los sonidos. Sintieron ansiedad, delirios persecutorios o culpa.

Cerca de un 30 % de estos pacientes presentaron trastornos relacionados con lo afectivo y en menor medida, solo un 5 %, síntomas como ataques de pánico o crisis graves de ansiedad.