Seguramente todos más o menos nos hayamos hecho eco a lo largo de estos días de la carta-arenga que escribió una profesora del Instituto Marchena de Sevilla para leer ante el claustro de profesores. Inusitadamente, para su sorpresa, la carta llegó a los medios de comunicación de ámbito nacional y ha despertado mucho interés.
Eva María Romero Valderas tiene una experiencia de 19 años como docente en distintos centros educativos, así que habla desde el conocimiento y, a juzgar por el efecto eco de sus palabras, refleja el sentir de la mayor parte de miembros del colectivo de docentes.
Resumiendo sus ideas, Eva se queja de la mala educación que se impone desde edades cada vez más tempranas.
Pero sobre todo se queja del “proteccionismo de los Padres, que quieren que sus hijos aprueben sin esfuerzo y sin sufrir traumas” y de la Sociedad en general “que encumbra a seres que presumen de su ignorancia y valora a un futbolista o a un nini más que a una persona con estudios, respetuosa y educada”. Así mismo, habla de la falta de apoyo que tienen los docentes por parte de las autoridades políticas.
Preguntando a más docentes sobre el asunto, sus respuestas suelen ser similares, un docente de Asturias nos relataba un caso en el que una profesora se vio obligada a hablar con un grupo de padres ante una falta cometida por unos niños de primaria, la conclusión era la siguiente “de mano, antes de intentar hablar con los hijos, los padres de hoy tienden a defenderles y a atacar al maestro o al centro.
Piensan que sus hijos no pueden hacer nada malo, se ponen una venda delante de los ojos y siguen adelante”.
Lo cierto es que por lo general la labor de los docentes no es prestigiada por la sociedad, esto hace que en cierta manera muchos hayan perdido la ilusión por su trabajo. El filósofo español Jose Antonio Marina en su libro “Despertad al Diplodocus.
Una conspiración educativa para transformar la Escuela... y todo lo demás” mantiene que hay cinco motores que son los que deben promover el cambio en el proceso educativo, son la escuela, la familia, la ciudad, la empresa y el estado.
La labor de los padres o de los responsables principales de los pequeños es fundamental, etimológicamente la palabra educar viene del latín “ducere” algo así como “guiar o conducir en el conocimiento”, pero para hacer efectiva la educación hay que partir del autoconocimiento.
Aceptar que nuestros hijos son curiosos y quieren experimentar muchas cosas y que muchas veces se equivocarán y habrá que saber guiarlos es una labor en la que padres y educadores deben trabajar unidos.
Jose Antonio Marina mantiene que debemos evolucionar hacia una Sociedad del Aprendizaje, para ello deberíamos establecer un pacto social sobre la educación que termine en un pacto político y acabe conduciendo a una verdadera reforma social.
Todos los días leemos noticias sobre casos de bullying, algunos tan serios que han llevado a los acosados a tomar la decisión de acabar con su vida. En una sociedad cada vez más estandarizada se tiende a castigar y a aislar al diferente, al que no cumple con los esterotipos fijados.
La única manera de terminar con esto y de crear un clima adecuado en las aulas es fomentar una educación en valores, en la que los padres estén verdaderamente implicados en el proceso educativo y sean capaces de conocer a sus hijos para poder dialogar con ellos.