Todos los seres vivos tienen variaciones fisiológicas rítmicas que es a lo que se denomina ciclo circadiano, y que está relacionado con los cambios ambientales. El estudio y conocimiento de estos ciclos circadianos data de épocas muy antiguas de la historia de la medicina, ya que desde hace siglos se sabe que el tiempo y la variación cíclica de los fenómenos biológicos están íntimamente relacionados con el proceso salud-enfermedad.

Veamos cuál es función, porque es importante, que lo altera y que problemas pueden producirse si se altera nuestro “reloj interno”, y como podemos ayudar a controlarlo.

Función e importancia del reloj biológico

El reloj biológico principal que comanda nuestro ritmo circadiano se encuentra en el cerebro, específicamente en una parte del hipotálamo llamada núcleo supraquiasmático que se conecta y recibe información directa de los ojos.

En la parte interna del ojo, a nivel de la retina se encuentran unas células que llevan información acerca del ciclo luz/oscuridad externo, a este núcleo donde es interpretada y enviada a la glándula pineal, que secreta la melatonina, hormona que tiene como funciones regular el ciclo del sueño, controlar el ritmo cardíaco y fortalecer el sistema inmunológico, entre otros procesos celulares.

Los ritmos circadianos son muy importantes ya que a través de ellos se establecen los patrones de sueño-vigilia y de alimentación, así como también la actividad de los ejes hormonales y la actividad cerebral, en general, entre otras funciones.

¿Qué puede alterar nuestro reloj biológico?

Si bien la actividad del núcleo supraquiasmático es regulada, fundamentalmente por la variación de luz, existen otros factores que también pueden alterarlo, entre ellos están los factores genéticos, cambios hormonales, algunos fármacos con acción sobre el sistema nerviosos, alteraciones visuales que entorpezcan la transmisión del estímulo luminoso, alteraciones neurológicas, problemas de alimentación, la edad, entre otros.

¿Y qué pasa si se altera?

La alteración del reloj biológico al alterar nuestro ritmo circadiano tiene múltiples efectos, a corto plazo por ejemplo produciendo alteraciones del sueño, bien sea dificultad para iniciar el sueño o para mantenerlo, o también con el llamado síndrome de retraso de fase del sueño en el que las personas tienen dificultades para dormirse a las horas habituales y lo hacen más tarde., o por el contrario con el síndrome de avance de fase del sueño donde el ciclo de sueño comienza y finaliza precozmente.

También con el jet lag, con sus síntomas de fatiga, desorientación e insomnio, que han experimentado algunos viajeros.De igual manera, algunos desórdenes psiquiátricos y neurológicos, y el alcoholismo también se asocian a funcionamiento irregular del ritmo circadiano.

A largo plazo, puede tener efectos sobre diversos sistemas en el desarrollo por ejemplo de Enfermedades cardiovasculares y del sistema inmune, como el Cáncer y al aumentar o disminuir la eficacia, las reacciones adversas y los intervalos de diversos fármacos.

¿Qué hacer para ayudar a “calibrarlo”?

Ante todo es importante crear una rutina al levantarse y acostarse, tratar que sea siempre a la misma hora todos los días, si nos levantamos cada día a una hora diferente, nuestro cerebro no sabrá a qué hora hay que despertarse y trata de hacer algo que relaje antes de dormir, y dormir de 7 a 8 horas diarias, y ten cuidado al tomar siestas, ya que las siestas pueden contribuir a desorganizar el ritmo circadiano.

Por otro lado se recomienda evitar comer justo antes de dormir, así como factores que interrumpan el sueño como la luz y el sonido mientras se duerme.