Es tarea de los padres estimular a los niños para que realicen alguna actividad física, que además de producir beneficios desde el punto de vista físico, ayuda a fortalecer la disciplina y las normas de convivencia. Dentro de las actividades deportivas, la natación es una de las más completas.

¿Qué aprenden en natación?

La natación es una actividad física donde se realiza el desplazamiento del cuerpo a través del agua mediante el movimiento de las extremidades. Se ha usado con fines recreativos, deportivos, para ejercitar el cuerpo o como una herramienta de supervivencia.

Como deporte, se realizan en la natación competencias a distintas escalas: local, nacional e internacional, y en algunos países forma parte del diseño curricular educativo.

Lo ideal es que comiencen lo más pequeños que puedan, si es posible en los primeros meses de vida, aunque el aprendizaje de la natación como deporte requiere disciplina, por lo que deberían tener por lo menos 3 años de edad. Los expertos recomiendan que la práctica debe ser progresiva, para que no se fatiguen los músculos, con sesiones no muy largas 30-45 minutos por lo menos tres veces a la semana.

Como quiera que sea, en primera instancia lo que se busca es que aprendan a sobrevivir en el agua, para lo cual aprenderán ejercicios de respiración, a flotar y a moverse dentro del agua.

En esta etapa se pueden usar herramientas pedagógicas y juegos para motivar al niño y que aprenda. Una vez familiarizados con esto, se les da libertad y autonomía en los movimientos dentro del agua, para luego iniciar el aprendizaje de las cuatro modalidades o estilos de natación: crol o libre, braza o pecho, espalda y mariposa.

Las ventajas de la natación en los niños

La natación tiene beneficios no solo desde el punto de vista físico, sino también psicoemocional y cognitivo. A nivel físico mejora el funcionamiento de los sistemas cardiovascular y respiratorio, en relación a este último mejora la capacidad pulmonar por lo que previene y ayuda a controlar las enfermedades respiratorias.

De igual manera favorece la postura y alineación de la columna y el desarrollo muscular.

A nivel cognitivo promueve el desarrollo de las habilidades psicomotrices y sensoriales, como la coordinación motora y la noción espacial. Mientras que a nivel psicológico y emocional contribuye a desarrollar la seguridad y autoconfianza del niño, mejora el carácter, el comportamiento y favorece la socialización.