Esta fruta tropical durante las décadas y las culturas fue apreciada por su sabor y belleza, también por sus propiedades medicinales, también se descubre que ayuda a bajar la fiebre y aumentar la producción de leche en las madres lactantes. También se empleaba como digestivo y diurético de lujo, en aras de su capacidad para limpiar el estómago, los riñones y las vías del sistema urinario.
De pulpa jugosa y aromática, se cuenta entre los vegetales más refrescantes y, no por casualidad, la naturaleza la ofrece en verano.
Rojo salud
El secreto de la sandía es su alto contenido de agua.
Aproximadamente el 90% de su composición es agua. Esta fruta, pariente del pepino, es diurética y puede ayudar en caso de inflamación de la vejiga. Ideal para bajar de peso, contiene pocas calorías y se destaca por su contenido en vitaminas A, B1, B2, B3 y C. además, es tan rica mineralmente que contiene fosforo, calcio, hierro, potasio, sodio, magnesio, azufre, silicio y cloro. Contiene betacaroteno y licopeno, y tiene una fuerte acción antioxidante, previniendo el envejecimiento celular.
Las sandias crecen en plantas anuales, originarias del norte de África y la India cultivadas actualmente en las regiones cálidas del planeta.
Su interior es rojizo, firme y acuoso, lleno de semillas. La sandia es una fruta de verano muy popular, principalmente debido a sus propiedades refrescantes y su capacidad para saciar la sed.
Rica en fibra, solo aporta 20 calorías cada 100 gramos, siendo la fruta más ligera y recomendable si una persona está a dieta.
Como tal favorece la eliminación de residuos tóxicos. Pero sin dudas son las personas con sobrepeso quienes encontraran en la sandía a una aliada de sus dietas. Su alto contenido de agua provoca una sensación de saciedad que impide la gula.
Por otra parte, es una fruta muy recomendable para mantener controlada la presión arterial.
Las variedades
Uno de los secretos para comprar una sandía sabrosa, es cuidar que no presente manchas en el exterior. La fruta debe ser firme, pesada y escasa brillantes en apariencia. Se podrá saber cuándo la sandía ha alcanzado su punto recomendable de maduración al pegarle a su superficie con los dedos.
Si emite un sonido hueco, indica que la fruta está llena de agua y puede ser consumida. Si la fruta está muy verde se deja durante unos días a temperatura ambiente hasta que madure.
El almacenamiento debe ser en un lugar fresco y ventilado, para que se conserve todo su sabor. Una vez abierta, con viene colocarla en la nevera. Además, debe ser consumida lo más pronto posible, ya que se descompone muy apresuradamente.
Las variedades de sandía más comercializadas son la charlestón gray, de tamaño ovalado, cuya piel tiene rayas con manchas verdes, y la omaru, redonda, de color verde oscuro y pulpa roja intensa.
Por otra parte, existen variedades sin o con pocas semillas. Como la crimsom sweet y la kimro.
La dieta de la sandia
Una dieta drástica a base de sandía permite reducir hasta 3 kilos en 5 días. Su consumo diario se acompaña con una alimentación a base de vegetales y raciones muy pequeñas de pescados y carnes magras, cuyo aporte calórico no exceda las 1000 calorías. Los hidratos de carbono deben ser suprimidos, y solo se reducirán a algunas rodajas de pan integral.
Por su corta duración y la alimentación equilibrada es posible llevar a cabo, la dieta de la sandía es apta para muchas personas, pero debe ser evitada por personas con trastornos hepáticos. La dieta de la sandía puede ponerse en práctica una vez al mes sin que conlleve riesgo para la salud, sin embargo, no debe abusarse de ella, su alta capacidad diurética puede afectar de forma negativa al organismo.
Adaptar esta dieta no solo consiste en comer sandia como una fruta más, la pulpa roja y jugosa es excelente para acompañar ensaladas de frutas, aunque hay quienes aseguran que se debe evitar comer sandia como postre, ya que resulta un tanto indigesta por la enorme cantidad de agua que encierra, también se recomienda no ingerirla mezclada con verduras, tomates y leche.