La ansiedad es una emoción compleja que se va alojando con más frecuencia en la vida de las personas, es bueno detectarla a tiempo para evitar que se convierta en un trastorno.
Cómo se manifiesta la ansiedad
Muchos la describen como nerviosismo, miedo, preocupación extrema, estrés constante. Entre las causas de la ansiedad podemos mencionar problemas económicos, inestabilidad laboral, ingresos insuficientes, incapacidad para resolver un problema, ser víctima de acoso o acciones legales, etapas de duelo, enfermedad, divorcio, etc.
La ansiedad genera incapacidad para tomar decisiones, falta de concentración y claridad, cansancio por la ausencia de sueño, resta calidad de vida y puede derivar en enfermedades aun más graves como trastornos cardíacos o digestivos, entre otros.
Los síntomas físicos se hacen evidentes en forma de tensión muscular, dolor de cabeza, nerviosismo, agitación, taquicardia o molestias estomacales.
Se estima que un 20 % o más de la población mundial sufre de algún trastorno de ansiedad y en muchos casos las personas ni siquiera son conscientes que forman parte de ese porcentaje.
Entre los trastornos de ansiedad se encuentran las fobias, el estrés postraumático, ataque de pánico, trastorno compulsivo-obsesivo, ansiedad generalizada o social.
Sin embargo hay que diferenciar los niveles de ansiedad que van desde los trastornos que acabamos de mencionar, los cuáles requieren supervisión médica, y los niveles leves o moderados, en los que la persona tiene la capacidad de regular la manifestación de la ansiedad a través de diferentes herramientas que le permitirán aprender a controlarla y evitar que se convierta en una patología.
Estado de Alerta
La primera manifestación para que comience a generarse la ansiedad, es el estado de alerta en la que vive una persona. Hay un peligro latente: perder el trabajo, la pareja, el piso, quedarse en la ruina, ser víctima de un robo o secuestro, enfermarse, tener un accidente, etc. La mayoría son peligros posibles pero imaginarios, no han ocurrido y son poco probables.
Una de las claves más poderosas para controlar esta constante manifestación de alerta es el pensamiento. Si logramos entrenar nuestra mente para ser selectivos con los pensamientos podríamos evitar muchos de los males que padecen los seres humanos. Las preocupaciones repetitivas se convierten con el tiempo en crónicas y aumentan los niveles de ansiedad, de esta forma una persona con ansiedad leve o moderada puede llegar a sufrir algún trastorno grave.
La ansiedad se va haciendo más intensa a medida que aumentamos nuestras preocupaciones por problemas imaginarios que cada día rondan en nuestra mente y nosotros le damos rienda suelta. El pesimismo se apodera de nuestros pensamientos y anticipamos desenlaces negativos en todos los escenarios de nuestra vida y lo que termina ocurriendo es que los atraemos. Creemos erróneamente que anticipándonos a lo peor viviremos mejor, porque estaremos preparados para enfrentar cualquier situación.
Lo que ocurre en realidad es que estas creencias nos generan sufrimiento porque no vivimos nuestro presente, ni el aquí ni el ahora, ni disfrutamos de la tranquilidad, de la familia, de la salud y ni del bienestar.
Para controlar la ansiedad es necesario el conocimiento de las causas que la provocan e incidir sobre ellas y tratar de modificar los hábitos, creencias y comportamientos que puedan estar generándola.