Las causas de este mal pueden ser incluso genéticas; de ahí la importancia de los cuidados desde la adolescencia. En la actualidad las investigaciones sobre el tema están muy avanzadas y se pueden comprender cómo y por qué aparece este fenómeno en las mujeres.

¿Por qué solo a las mujeres?

En los hombres, las hormonas masculinas eliminada durante la pubertad las reservas de células grasas de las zonas críticas, anulando así el riesgo de la celulitis. En las mujeres, por el contrario, el tejido adiposo continua su desarrollo por razones que sólo la supervivencia de la especie puede explicar.

Por esta razón, esas células están literalmente presas en una red de fibras dentro del organismo femenino. Basta que las células de grasa crezcan para que las mallas de la red se cierren provocando una reacción en cadena; retención excesiva de agua, compresión de los vasos capilares y linfáticos (que comienzan a no cumplir adecuadamente su función de irrigación y drenaje) y, finalmente, compresión de los nervios, lo que explica la mayor sensibilidad a que quedan sometidas estas zonas.

Está comprobado también que este mal es un fenómeno hereditario. Hoy se sabe que las células grasas contienen ciertos centros de comando llamado receptores que impiden la eliminación de la grasa. Y en determinadas mujeres ellos son más numerosos, exactamente porque se trata de un fenómeno hereditario: la celulitis se transmite de madre a hija.

Según los especialistas en enfermedades vasculares, existen familias propensas a la celulitis del mismo modo que existen familias diabéticas; el momento de mayor riesgo es la pubertad y la adolescencia.

El estrés no es responsable

Aunque se crea lo contrario, el estrés no es responsable de la celulitis. Desde el punto de vista estrictamente científico, sería un contrasentido: el organismo estresado segrega una hormona específica, la adrenalina, que hace multiplicar todas las funciones metabólicas, acelerando, por lo tanto, la quema de grasas.

La única cosa que podría agravar la celulitis en esos casos es comer durante la crisis de ansiedad.

La vida sedentaria es uno de los principales responsables del desarrollo de la celulitis, porque cuando los músculos no se ejercitan, la circulación no recibe estímulos. Tales deficiencias circulatorias agravan el problema de la celulitis, sobre todo en las piernas y, a largo plazo, puede dar origen a otros trastornos como las várices.

Los desequilibrios hormonales

La celulitis generalmente aparece en momentos precisos de la vida de una mujer: pubertad, embarazo, menopausia. Eso ocurre porque, gracias al efecto de las alteraciones hormonales de esas etapas, los tejidos retienen líquidos más fácilmente. Este fenómeno también aparece, en menor escala, cinco o diez días antes de la menstruación en gran parte de las mujeres.

Con la llegada de la menstruación, el agua es eliminada, pero puede quedar algún residuo que progresivamente va hinchando los tejidos internos. Por esta razón, es necesario tener cuidado con los anticonceptivos, pues son compuestos de hormonas que producen, a veces, el mismo efecto del síndrome premenstrual.

Dieta y ejercicios constantes

No existe ningún régimen específico contra la celulitis, pero es recomendable optar por una alimentación sana y balanceada: evite los alimentos grasos y coma mucha verdura, quesos y productos animales. El agua en gran cantidad también es muy importante. Camine bastante, como mínimo 30 minutos de caminata rápida cada día. Lo ideal es practicar un deporte que a usted le guste, ya sea natación, jogging, bicicleta, danza; en fin, todo lo que deje a su estómago, nalgas y piernas más musculosas y active su circulación, también la gimnasia aeróbica es totalmente recomendable.

Técnicas naturales

  • Baño de hiedra. Hierva 40 gramos de hiedra con un puñado de romero y un poco de alcanfor en un litro de agua. Deje hervir hasta que la cantidad se reduzca a la mitad. Cuele y viértalo en una bañera con abundante agua caliente.
  • Aceite para masajes. Pique 30 gramos de hiedra y póngala a macerar en un frasco de vidrio oscuro cubriéndola con aceite vegetal (de almendras, maíz o uva) y déjela reposar durante 7 días. Cuele la preparación y aplique con masajes circulares.
  • Crema para masajes. Ponga en un pote una cucharada sopera de propóleos (gomorresina elaborada por las abejas) con una cucharada de aceite vegetal. Aplique con masajes circulares en la zona afectada.