En la mitología griega, se menciona un ave fantástica que cada 500 años era consumida totalmente por el fuego y luego renacía entre sus cenizas completamente restablecida en su forma original.Esta figura del ave Fénix, comenzó a formar parte del lenguaje cotidiano, metafóricamente para referirse a aquellas personas o países, que luego de sufrir grandes tragedias, tienen la capacidad de recuperarse, a veces incluso logrando alcanzar mejores condiciones que las que tenían antes, a esto es a lo que en Psicología se le llama Resiliencia.
La resiliencia
Todos los seres humanos pasamos por situaciones que atentan contra nuestra estabilidad personal y a las cuales debemos enfrentar con los mejores recursos.Si logramos hacer un buen trabajo recuperamos nuestra estabilidad y en muchas ocasiones hasta encontramos a una nuevo sistema de aprendizaje que nos ayudará a estar en mejores condiciones para cuando debamos enfrentar una nueva crisis. Esto es la resiliencia, la capacidad que tienen los seres humanos para recuperarse luego situaciones adversas.
Si bien se creía al principio que la resiliencia era algo innato, en la actualidad se considera que en la resiliencia intervienen muchos factores , no solo individuales y familiares, sino también comunitarios e incluso culturales.
Familia y resiliencia
Lamentablemente en nuestra cultura, en la enseñanza familiar es poco lo que se incluye sobre estrategias de adaptación.Desde pequeños a los niños se les enseña a tener miedo y hasta a creer que a través de la magia se pueden solucionar los problemas, pero muy poco se les educa para conocer sus capacidades y la fortaleza emocional que en un momento dado los puede ayudar a resolver positivamente los problemas.
De igual manera, es indiscutible que nuestro entorno y la familia de la que formamos parte, pueden contribuir o no a que seamos individuos resilientes, dependiendo si hay factores de riesgo que hagan vulnerable a esa familia y todos sus miembros.Las malas condiciones económicas, una tragedia familiar con un gran impacto o las tensiones entre los miembros de la familia , por ejemplo, pueden hacer que esa familia o uno de sus miembros, no sea capaz de recuperarse positivamente ante una situación adversa.
Por supuesto, que existen situaciones extremadamente destructivas que pueden hacernos perder el equilibrio e impedirnos recuperar la estabilidad que necesitamos para vivir adecuadamente, pero eso debe ser transitorio, y debemos poner toda la atención en nuestros propios recursos, para recuperarnos, en lugar de esperar que otros lo hagan por nosotros.