Un período de estrés, una dieta deficiente en fibra, ciertas enfermedades como el hipotiroidismo, algunos medicamentos, la gestación, el sedentarismo o la ansiedad son circunstancias que pueden acarrear una ralentización de tu normal ritmo intestinal. A todos nos ha pasado, por ejemplo, cuando salimos de viaje y nos ausentamos durante unos días.
Sin embargo, no es menos importante determinar si ese estreñimiento es algo puntual o si, por el contrario, se trata de una situación que se está convirtiendo en crónica con el fin de corregir la causa que la está generando.
Aunque todos queremos soluciones rápidas que nos hagan sentir bien, en el caso de los laxantes debemos tomar ciertas precauciones.
¿Qué tipos de laxante existen?
Principalmente son 4 las clases de laxante que podemos encontrar en el mercado. Como pauta general, siempre conviene comenzar por los 2 primeros y restringir los 2 últimos solo a los casos de extrema urgencia:
- 1. Aquellos que aumentan el volumen del bolo fecal y lo lubrican para facilitar su evacuación. Aunque pueden tardar en torno a 24 horas en hacer efecto, son los más naturales y los que menos contraindicaciones presentan.
- 2. Los osmóticos, que actúan atrayendo agua hacia las heces para hincharlas y propiciar su eliminación.
- 3. Los lubricantes. Recubren las heces de una película aceitosa. Su efecto es rápido.
- 4. Los elaborados con hierbas y químicos pesados para acelerar la eliminación forzosa a través de contracciones y espasmos intestinales. Son los más rápidos en causar efecto y también los más dañinos, ya que pueden llegar a irritar las mucosas, desencadenar la deshidratación y una total dependencia para poder evacuar.
Ahora que ya conoces las modalidades de laxantes que existen comprenderás que el abuso de estos, especialmente de los 2 últimos, puede suponer la anulación de la función del colon y una significativa merma en la asimilación de los nutrientes.
¿Qué podemos hacer para reemplazarlos?
Si consumes habitualmente laxantes y manifiestas hinchazón o distensión abdominal, alternancia de períodos de estreñimiento con otros de diarrea, e incluso, sangrado en las heces, ha llegado el momento de decirles adiós.
En su lugar solo debes modificar ciertos hábitos que, sin lugar a dudas, y aunque te lleve más tiempo del que te gustaría, ayudarán a tu colon a cumplir con su tarea.
Toma nota:
- La hidratación es vital, asegúrate de tomar entre 1,5 y 2 litros diarios de agua, zumos, caldos o infusiones. A tu elección.
- Olvídate de los alimentos astringentes (limón, arroz, zanahoria cocida, chocolate) y da la bienvenida a los ricos en fibra.
- Procura moverte caminando, bailando, realizando running o algún otro deporte que te agrade.
- Establece unos rutinas para ir al baño y no caigas en el error de retener el reflejo.
- Apuesta por las ciruelas, los cítricos, la mora, el kiwi, los vegetales de hoja verde, la cebolla cruda, el ajo, el aceite de oliva o el jugo de aloe vera.
¿Te gusta el regaliz? Su infusión, después de comer, te servirá de gran ayuda para regular tus ciclos. Si no es así, ya me contarás. Por alternativas no será.