Todos sabemos que la falta de sueño tiene implicaciones en nuestro organismo, que pueden llegar a ser muy graves; desde leve desorientación, pérdida de reflejos, hasta la pérdida parcial o total de la memoria y la locura. Lo que intriga a los científicos especializados en el estudio de la neurociencia que están estudiando el fenómeno del sueño, son las razones por las cuales la mente pierde la consciencia cuando dormimos.
Un equipo de científicos de la Universidad de Lausana en Suiza, dirigido por el biólogo Paul Franken está llevando a cabo un estudio sobre el tema, que está llegando a importantes conclusiones acerca del verdadero alcance de los beneficios que aporta el sueño al organismo.
El hecho de que un tercio de nuestras vidas transcurra con la cabeza sobre la almohada ha despertado el interés de la comunidad científica.
Los estudios de la Universidad de Lausana sobre el sueño
Los científicos suizos han encontrado que es muy probable que el proceso del sueño sea más complejo de lo que sabemos hasta ahora y que su mecanismo puede impedir el desarrollo de enfermedades mentales, o fisiológicas como la obesidad, la diabetes y problemas cardíacos, entre otras. El equipo de científicos del doctor Franken ha realizado una serie de experimentos sobre ratones y sus observaciones han detallado minuciosamente los trastornos que provocan en este mamífero la falta de sueño continuo; hasta un 80% de problemas en el funcionamiento de su organismo registrado en los genes.
La pérdida continuada de horas de sueño hace que el hígado comience a segregar enzimas que afectan al organismo y dificultan la recuperación de los efectos del insomnio. Si la situación sigue puede llevar incluso, a la muerte del individuo. En el caso de los animales, como los roedores observados en laboratorio el desequilibrio metabólico es notorio.
El animal pierde peso con rapidez y a pesar de que consuman más calorías para compensar su pérdida, el desequilibrio creado causa un fallo metabólico. Cae el sistema inmunológico y surgen las infecciones. Los científicos observaron que los mismos síntomas se hacen evidentes en los trastornos del sueño de los seres humanos.
El insomnio crónico
Se estima que más de un 13% de la población padece de insomnio crónico. Sucede cuando la ausencia del sueño se prolonga más allá de los seis meses y puede llegar a durar por años. Al ser tan grave se asume que suele estar precedido por una falta de sueño puntual que ha derivado en insomnio crónico.
Las consecuencias van desde el agotamiento debido a la ausencia habitual del sueño; el organismo segrega menos proteínas como la leptina, que genera una sensación de saciedad. Un comportamiento errático o compulsivo, problemas en la percepción espacial que pueden dificultar su desempeño durante el día, pérdida de la memoria a corto plazo y muchas otras. El organismo también segrega la hormona ghrelina que produce el efecto contrario.
Esta descompensación metabólica origina la obesidad, en muchos casos.
En casos avanzados donde la dificultad de conciliar el sueño resulta imposible para el paciente, los expertos aconsejan seguir un tratamiento de psiquiatría clínica, donde el facultativo aconseja romper el ciclo destructivo del sueño y crear hábitos adecuados con rigurosa asiduidad, que ayuden a que el cerebro se acostumbre a una nueva rutina y genere de nuevo, en el organismo la necesidad de dormir.
El tratamiento son consejos simples asociados con el ritual del sueño: levantarse y acostarse siempre a la misma hora; abandonar el hábito de la siesta durante el día; no ver televisión, ni escuchar la radio antes de irse a dormir; no leer en la cama; irse a dormir cuando se siente sueño. Y limitar el consumo de tabaco y alcohol las horas previas al ir a la cama. La práctica continuada de los nuevos hábitos lleva tiempo, pero asegura buenos resultados.