Desde que Robert Gordon Wasson publicó su estudio sobre etnobotánica, en el que se destacaba el uso mágico y medicinal de las plantas y los hongos mágicos como el psilocibe cubensis, como resultado de sus investigaciones en México en 1956, se desató una ola de interés científico sobre el tema que generó gran polémica mundial y dio lugar a muchos trabajos e investigaciones importantes.
Estos estudios han demostrado que los componentes químicos como la psilocibina y DMT (diametril triptamina) de estas conocidas plantas, sagradas para las antiguas culturas y tradiciones del planeta, poseen facultades curativas que pueden utilizarse como medicamento en una serie de enfermedades y dolencias que afectan a los seres humanos.
DMT La molécula mágica
Nuestra glándula pineal es capaz de generar sustancias que producen efectos conocidos como psicoactivos; que afectan la actividad ordinaria de la conciencia. Estudios científicos exhaustivos han demostrado que cierta molécula conocida como la molécula espiritual, DMT (de sus siglas diametril triptamina) también es generada por nuestra glándula pineal, y que resulta ser un compuesto en común con alcaloides como la marihuana, ciertas especies de hongos alucinógenos, como el ya mencionado psilocibe cubensis y la polémica Ayahuasca; un brebaje ancestral utilizado por los indígenas de las selvas tropicales de Sudamérica, como medicina chamánica.
Esta molécula contiene propiedades curativas capaces de tratar enfermedades mentales como la depresión, o la ansiedad, adicciones como el alcoholismo y los efectos traumáticos de enfermedades como el cáncer.
En la Unidad de Psicofarmacología del Imperial College de Londres se han realizado estudios con la psilocibina para administrarla en un entorno clínico, a pacientes con un cuadro depresivo.
Mediante el uso de escáneres se observó la actividad cerebral durante el lapso correspondiente a los efectos de la psilocibina administrada a los pacientes y se comprobó que este componente es capaz de suprimir la actividad en la corteza pre-frontal media, que se encuentra hiperactiva con frecuencia, en pacientes enfermos de depresión.
Resultados de los tratamientos con psilocibina a pacientes enfermos
Los médicos del Imperial College de Londres suministraron dosis de unos 10 miligramos entre 20 personas diagnosticadas de depresión severa, que habían rechazado otros tratamientos. La segunda semana se aumentaron las dosis 5 miligramos. Los resultados no se hicieron esperar, la totalidad de los pacientes tratados durante las dos primeras semanas registraron mejorías en sus diagnósticos.
Poco después de un mes de tratamiento, la mitad de los pacientes aseguró un mejor estado de ánimo.
Los científicos observaron una notable diferencia entre las tomografías tomadas con anterioridad al tratamiento y las que se hicieron una vez que éste hubo finalizado. Un dato relevante es que la sensación de desintegración del ego, uno de los efectos habituales durante la toma de psilocibina iba acompañada por un descenso del número de conexiones neuronales, en contraste con el efecto opuesto; es decir, el aumento notable de conexiones neuronales, una vez que los efectos de la toma habían pasado.
También se han realizado estudios con la psilocibina en la Universidad de John Hopkins en Estados Unidos para tratar pacientes con síndrome de tabaquismo, que han obtenido muy buenos resultados.