Ni las ovejas ni el té de lechuga hacen que logres conciliar el sueño. Sabes que hay algo que te impide dormir y aun no puedes descubrir que es. ¡Tómalo con calma!, y antes de que termines de leer este artículo informativo, con un poco de suerte estarás en los brazos de Morfeo.

Aunque parezca que el insomnio se reduce solo al hecho de no poder dormir, es algo más complicado que eso. De hecho, hay varias etapas o grados de insomnio, que van desde lo más leve hasta convertirse casi en una enfermedad: cuando te cuesta trabajo conciliar el sueño y das vueltas a la cama buscando la posición adecuada para poder empezar a dormir, el despertarte más de tres veces por la noche, cortándote por completo el ritmo de tu sueño normal, también tener la sensación de no haber dormido lo suficiente durante la noche, despertar demasiado y mantenerte despierta más de 24 horas porque no puedes cerrar los ojos.

Los diferentes insomnios que nos pueden estar afectando

En primer lugar, hablaremos del “insomnio situacional” que se refiere al que es producido por una gran emoción provocada porque posiblemente tienes una gran cantidad de eventos en los próximos días y pensar en todo lo que vas a hacer, ¡no te deja dormir! Por ejemplo, tal vez tengas un examen muy difícil que aún no presentas o una cita con un chico que te encanta; esto te produce ansiedad y de alguna forma, trastorna tu sueño. Cuando esto pasa, hay algunos cambios en tu carácter como puede ser la irritabilidad, la ansiedad y la flojera, presente en cualquier tipo de actividad.

Por otra parte, el “insomnio por sustancias”, definitivamente lo que comemos afecta en gran medida todas nuestras funciones vitales y por supuesto, también influye en cuanto y en como durmamos.

Consumir en exceso café, té, refrescos de cola y cigarros también, a la larga crea una progresiva disminución en las ganas de dormir, al igual que en el tiempo en el que duermes, e incluso se pueden incrementar el número de ocasiones en las que te levantas durante toda la noche.

Y el “insomnio psicofisiológico”, si te sientes preocupada porque llega la noche y no puedes dormir, ¡estás en graves problemas!

Sin querer, a veces hacemos ciertas relaciones entre “dormir” y el lugar en donde dormimos, véase “recamara”. Pero lo peor viene cuando por tanta preocupación no pudiste dormir la noche anterior y te comienzas a inquietar por saber si no lograras dormir de nuevo. Tú misma te fuerzas a dormir con el típico pensamiento “tengo que dormir”, y esto solo logra que te frustres despertándote en las noches con la única obsesión de observar el reloj para ver que tantas horas has dormido.

Lo más curioso es que cuando tienes este tipo de insomnio, sueles dormir mejor en otros cuartos que no sea el tuyo: el estudio, el cuarto de tele, la sala, etc.

Y aunque no lo creas...

El ejercicio excesivo poco antes de dormir no te ayudará en lo más mínimo a conciliar el sueño sino todo lo contrario. Nunca te acuestes con hambre porque estarás dando vueltas en la cama toda la noche y la misma situación se repite cuando te quedas con sed antes de acostarte o con ganas de ir al baño.

Tener horarios irregulares para acostar y levantarte puede contribuir a que tengas insomnio. También las condiciones ambientales tales como la oscuridad, el silencio y la temperatura son vitales para conseguir o no conseguir dormir.

Así que para dormir profundamente: acuéstate solo cuando tengas sueño, usa tu cuarto únicamente para dormir, trata de evitar las siestas y usa el despertador para procurar levantarte siempre a la misma hora.