Punto de partida

Para algunas personas la idea de contemplar cambios en sus hábitos de vida les resulta cuanto menos arriesgado, ya sea porque creen que todo está bien y no ameritan cambiar nada o porque tienen miedo de experimentar algo nuevo.

En cualquier caso, es totalmente comprensible puesto que salir de nuestra “zona de confort” es un paso que requiere una firme voluntad. Pero también es una hazaña que se puede lograr con entrenamiento.

Al igual que en todo aprendizaje, se necesita práctica y conviene irla aplicando en pequeñas dosis, sobre todo para aquellos más conservadores.

El punto de partida sería aceptar que para mejorar tu vida tienes que salir de tu zona de confort. ¿Por qué? Simplemente porque quedarte allí significa estancarte y no avanzar, no ver más allá de los propios límites que te has trazado, por lo tanto tendrás menos posibilidades de alcanzar tus sueños.

Salir de tu zona de confort no significa que vas a renunciar a todas tus comodidades y a tus gustos, todo lo contrario, vas a comenzar por valorar más lo que te gusta, lo que te agrada, lo que eres y lo que tienes.

Si, así es, esta sencilla práctica consiste en enfocarte cada día en lo bien que te sientes haciendo tus actividades cotidianas, desde el café que te tomas por la mañana hasta la ducha relajante que te das antes de ir a la cama.

Saborea la comida que te gusta, disfruta el paseo mientras vas camino a tu trabajo, sintoniza la música que te agrada y presta atención a todo aquello que te haga sentir bien durante el día. Acompaña esta práctica reconociendo todo lo que tienes y lo que eres, incluyendo tus bienes materiales, habilidades, cualidades y talentos, como también tu familia, tu cuerpo, tus roles y todo lo que quieras mencionar.

Recuerda no obviar las cosas más sencillas o las que parezcan no tener importancia. Si tienes tiempo y lo deseas escribe la lista de todo lo que vayas registrando en ti.

Cambios positivos

Si eres constante, pronto comenzarás a ver resultados. Esta práctica es muy poderosa y te ayudará a:

  • Reconocer lo que te gusta
  • Apreciar el valor de las cosas sencillas
  • Elevar la autoestima
  • Transformar la rutina
  • Vivir el aquí y el ahora
  • Conectarte contigo mismo

Aunque suene contradictorio, enfocándote en lo que te gusta, sales de tu zona de confort.

¿Por qué? Porque vas despertando, vas reconociendo lo que eres, lo que tienes (y pronto lo que quieres) te vas haciendo más consciente. De esta manera, te sientes más seguro, crece la autoconfianza, vas soltando los miedos y das un paso adelante hacia dónde quieres ir. Si te fijas bien te estarás moviendo de sitio, habrá un cambio. ¡Celébralo, vas por buen camino!