El psicólogo, Daniel Rodrigo, define la crisis o síndrome postvacacional como "un trastorno psicológico leve y adaptativo que se activa tras un período vacacional"; sin embargo, matiza que no es patológico y remite "espontáneamente, presentando una duración de entre una y tres semanas". El experto subraya que la causa de esta dolencia "es el proceso fisiológico y psicológico requerido por nuestro organismo y nuestro psiquismo para restablecer las actividades habituales anteriores a la pausa vacacional".
Cita, entre otros, "los horarios de actividad y descanso, de sueño, de alimentación, de readaptación al medio donde transcurre todo ello, y que ocurre en paralelo y en relación estrecha a la reincorporación y readaptación a la actividad laboral o profesional".
Rodrigo recuerda que también se conoce como depresión postvacacional, en la que domina una "bajada del estado de ánimo, con síntomas ansiosos y malestar psíquico, falta de energía, sensación de estar decaído y desmotivado ante la vuelta a las rutinas anteriores a las vacaciones, irritabilidad en las relaciones familiares y afectivas, rasgos comunes a una especie de duelo con síndrome de abstinencia ante la pérdida de un algo que se ha disfrutado intensamente".
El psicólogo señala que este malestar es fácil de identificar por "estar tan clara y directamente asociado a la causa que lo genera". Una consulta al médico de cabecera ayuda "despejar" cualquier duda en el "diagnóstico diferencial, pues su persistencia en el tiempo más allá de un mes podría estar enmascarando trastornos de otra índole y de mayor gravedad como una depresión o un síndrome ansioso-depresivo". Estos síntomas se asocian a "factores estresores independientes a los arriba señalados, como podrían ser los propios de riesgos laborales: estrés laboral cronificado en relación a la sobrecarga de trabajo o a su precariedad, síndrome de estar quemado por el trabajo (burn-out), e incluso acoso psicológico en el contexto laboral (mobbing)"
Afecta a todo el mundo
"Puede afectar a todo el mundo",-señala el psicólogo- "si bien los mecanismos de readaptación de los niños les permiten una remisión rápida al volver a la escuela, reencontrarse con los amigos, los juegos, las actividades extraescolares".
Rodirgo, precisa que en este caso es "muy positivo, básicamente se trata de reajustar horarios". No obstante, explica que los adultos "tienen una vida más compleja, llena de responsabilidades, lo cual tiene que ver con la calidad de vida que se vayan a reencontrar tras las vacaciones". En este sentido, señla que "cuanto menor sea dicha calidad, menos motivados se sentirán hacia la readaptación. Volver de un pequeño paraíso ansiosamente deseado y planificado durante todo el año y encontrarse con la realidad habitual puede suponer un shock muy duro para muchas personas".
"Los efectos se ven en todos los ámbitos de la vida cotidiana" -epxlica Rodrigo- "los desajustes en el ritmo vigilia-sueño y en la alimentación, en la concentración y en la productividad, en el esfuerzo requerido para las diversas actividades, en las relaciones con las personas más próximas". No obstante, puntualiza que "tal como se ha referido anteriormente, son leves y transitorios a corto plazo pero de no ser así, conviene consultar con un especialista, psicólogo o psiquiatra".