Podemos hablar de ansiedad como emoción adaptativa porque nos permite estar alerta, receptivos al ambiente que nos rodea y nos aporta un nivel óptimo de motivación. Siempre que nos encontremos ante un peligro objetivo, un incremento de ansiedad nos proporciona una mejor capacidad de afrontar la situación y de esta manera conseguimos una mejor adaptación al medio.
La ansiedad se convierte en una emoción desadaptativa cuando se genera en niveles excesivos, se alarga en el tiempo y no existe un peligro objetivo. Es en este momento es cuando la ansiedad tiene la posibilidad de convertirse en un trastorno creándose un ambiente de malestar, sufrimiento e incluso puede llegar a ser incapacitante para la persona que lo sufre.
Esta ansiedad es totalmente desadaptativa y si no se ejerce un control por parte de la persona que lo sufre se puede producir un trastorno con presencia de síntomas de ansiedad irracionales y excesivamente intensos, persistentes y perturbadores.
El trastorno de ansiedad más común es el Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), aunque es el peor conocido etiológicamente porque no existen señales (externas o internas) a las que pueda asociarse dicha ansiedad. Se trata más bien de una ansiedad de origen subjetivo y de cómo cada persona interpreta las diferentes situaciones en su vida diaria.
Aunque con carácter difuso, este trastorno se ha identificado con un rasgo de ansiedad excesivo (forma parte de la personalidad del individuo), aprensión ansiosa (combinación difusa de emociones orientada hacia el futuro), estrés psicosocial (sobre todo cuando es incontrolable e impredecible) y preocupación patológica (exceso de preocupación).
Esto hace que en este tipo de trastorno podamos hablar de un exceso de preocupación irracional por los acontecimientos que puedan ocurrir en el futuro que atormentan a la persona aunque a veces tienen poca o ninguna probabilidad de ocurrir. Esta preocupación se centra en evitar estas catástrofes o sucesos peligrosos del futuro provocando en el individuo un estado continuo de ansiedad y se entra en una espiral de malestar y pensamientos negativos que a veces pueden resultar incapacitantes en la vida diaria de la persona que lo sufre y en su ambiente más cercano.