Pedro Sánchez asumió un doble reto a la hora de enfrentar su gobierno, el primero de este país surgido por una moción de censura, por un lado responder a la ilusión y las ganas de cambio por parte de la gente de izquierdas y por otro mantener la tranquilidad del resto de la población, especialmente a aquellos que no comprenden que se pueda llegar a la presidencia del gobierno sin mediar elecciones.

Sus condiciones no son malas, la economía parece irse recuperando, el 155 de Cataluña en manos de un gobierno más dialogante y el ánimo social mucho más calmado con unas expectativas con respecto a su actuación no demasiado grandes.

Un gobierno con dos tropiezos en la primera semana

Para ello ha creado un gobierno que cuenta con una mayoría de mujeres al cargo de los distintos ministerios, 11 nada menos. Su primera semana en el gobierno ha sido accidentada con dos conflictos importantes. El primero implicó la dimisión de Màxim Huerta, el Ministro de Cultura y Deportes que más rápido hizo el relevo de cartera en este país tras hacerse público su fraude a Hacienda.

El segundo implica al ministro de Agricultura, Luis Planas, que tendrá que dar respuesta en la sesión de control del gobierno a las preguntas de la oposición sobre su situación en la causa judicial del robo de aguas en Doñana.

La crisis del Aquarius en la que el gobierno español se ofreció rápidamente a dar una solución humanitaria a los refugiados rechazados por Italia contribuyó a darle al nuevo gobierno visibilidad ante Europa