Tras su cese hace dos meses por haber alterado el protocolo de vacunación contra el Coronavirus en las Fuerzas Armadas y haberse inoculado la vacuna de Pfizer antes que le correspondiera, el depuesto Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Gral. del Aire Miguel Ángel Villarrolla, ha sido destinado por la ministra Margarita Robles como: "Consejero de Defensa en la Misión Observadora Permanente de España ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) y asesor para Asuntos de Seguridad Hemisférica".

Esto es, el representante militar español ante la OEA y con ello asesor de esta organización para asuntos militares y de política internacional relacionada sobre temas de seguridad y defensa, este puesto implica su residencia en Washington, donde la OEA tiene su sede.

Este nombramiento vendría a cerrar al completo la crisis que provocó su dimisión cuando se hizo público que el entonces JEMAD, junto a otros 350 miembros del estado mayor puentearon el programa de vacunaciones contra el COVID-19 de las FAS y se habían inmunizado antes de completar la vacunación de médicos y sanitarios militares.

Una dimisión forzada

La dimisión forzada del anterior JEMAD no fue plato de gusto para la ministra de defensa Margarita Robles, Villarrolla había sido elegido personalmente por ella para el cargo y gozaba de plena confianza de la titular de Defensa, cuando se reveló el caso a la opinión pública el entonces JEMAD soportó un par de días en "el alambre" de la polémica, hasta que las críticas de sus compañeros de armas le forzaron a dimitir.

Esta dimisión dejó un tanto descolocada a la ministra Robles que tuvo que "tirar de cantera" para buscar un sustituto de Villarrolla, suplente que encontró en la Armada en la figura del almirante López Calderón, en aquel entonces Almirante Jefe Estado Mayor de la Armada (AJEMA), y también de plena confianza de Robles.

Ahora bien el ascenso de este a la cúpula militar forzó a renovar toda la cabeza pensante de la Armada, pues el entonces Almirante de la Flota, ALFOT, Antonio Martorell Lacave, fue ascendido a AJEMA y se nombró un nuevo jefe de la flota en la figura del almirante Eugenio Díaz del Río Jaúdenes.

Robles aceptó a regañadientes la dimisión

Por la parte de la reorganización militar estos nombramientos parecieron cerrar la crisis, pero lo cierto es que la ministra de Defensa pasó por un trago muy amargo al tener que aceptar la dimisión de Villarrolla, como así lo destacó en la ceremonia de nombramiento del almirante Calderón como nuevo JEMAD denunciando a: "inquisidores que solo buscan fallos, inquisidores con los que no se puede construir España".

Criticas nada veladas a líderes de opinión que desde sus programas televisivos o de radio se dedican a juzgar a todo el mundo, y también crítica a los miembros de su propio gobierno, especialmente el recién dimitido vicepresidente Iglesias, y que la ministra ha repetido a menudo delante de los representantes de los medios de comunicación en toda clase de oportunidades y formatos.

Por ello era una especie que se dejaba oír en ambientes periodísticos especializados en defensa, que se estaba buscando un puesto adecuado para el cesado Villarrolla que estuviera acorde con sus capacidades ganadas tras cuarenta años de carrera militar.

Buscar un nuevo destino

De esta manera este puesto en Washington en la OEA parece a la vez un premio por lo abrupto que fue su relevo, como una recompensa por sus servicios. Cosa que no debería extrañar pues cuando altos mandos militares pasan a la reserva suelen ser enviados a puestos en organismos internacionales donde aportar su experiencia.

Como ejemplo inmediato, el general López del Pozo, que fue jefe del Mando de Operaciones durante las operaciones Balmis y Baluarte contra el coronavirus, dirige ahora la Subdirección de Planes y Relaciones Internacionales, por lo que el empleo del antiguo JEMAD en un cargo internacional es interpretado como una recompensa por sus servicios y un desagravio por las amargas circunstancias en que fue forzado a dimitir.