Surge la epidemia a finales de 2019 en la ciudad industrial de Wuhan, en la provincia Hubei, al centro de China; la cual tiene una población de once millones de personas. Sus primeras manifestaciones se presentaron mediante una neumonía viral de indeterminada procedencia.

Las autoridades chinas, al ver su rápida diseminación, sometió a estudio el virus y determinó que se trataba de un coronavirus de nuevo orden. En principio migró a las naciones de Asia y luego a nivel mundial. Para la fecha ya se tienen registrados 115 mil episodios. Ante la situación el país asiático determina aislar en cuarentena a la ciudad de Wuhan y cierra centenares de fábricas de la zona.

Primeros impactos en los sectores industriales y financieros

Numerosos países aplicaron limitaciones al llegar viajeros procedentes de China, lo que impactó al turismo y el transporte. Finalizando el primer mes del año algunos mercados bursátiles sufrieron los primeros embates como Wall Street y Shanghái; y además, cayeron los costos de materia prima que en coloso asiático tienen un gran mercado.

En cuanto a la industria petrolera, los precios descendieron cerca de 20 %, entre la segunda quincena de enero y comienzos de febrero. Es evidente que la epidemia de coronavirus deja al descubierto la subordinación que tiene la industria mundial con la industria china, como también se corrobora a continuación.

Se rompen las cadenas de producción

Wuhan, ciudad poco conocida, es descubierta ante el mundo como emporio logístico y de centro de fabricación automotriz para numerosos grupos internacionales. Un contratiempo en alguna de sus industrias puede repercutir negativamente en cantidades de empresas a nivel mundial; de hecho, se vieron afectadas cuando la ciudad entró en cuarentena.

En países industrializados como Japón, Francia o Estados Unidos, el empresariado manifestó la dificultad que presentan para lograr piezas y dispositivos producidos regularmente por industrias chinas.

Ejemplo de esto es la empresa francesa Renault, la cual tuvo que paralizar una de sus fábricas en Corea del Sur; igualmente, el líder en el sector informático estadounidense, la empresa Apple, afrontó un recorte en la producción de sus distribuidores.

Es evidente que el surgimiento del COVID-19 ha desarrollado una crisis sanitaria en el mundo, la cual ha repercutido en el sector económico, pues China, uno de los principales gigantes industriales a nivel mundial, el cual ejerce un papel clave, ha paralizado su actividad económica, lo que ha conmocionado el comercio internacional. Las consecuencias de esta realidad en el comercio y en el desarrollo empresarial en general, se ven agravadas con las situaciones comerciales difíciles entre Europa, EEUU y China.

Riesgo de contracción en la economía mundial

Cada día el virus, que ya la OMS le asigna categoría de Pandemia, aparece en nuevos países. Esto ha sido evaluado por las empresas multinacionales, quienes predicen una merma en el beneficio económico de sus actividades, lo que se reflejan en que las bolsas empiezan a descender.

El mejor ejemplo de esto es que se registró una pérdida del 12 % para finales del mes de febrero en las bolsas de Europa y Estados Unidos, lo que no se presentaba desde hace doce años, cuando la crisis financiera global.

En el argot de los economistas y expertos financieros empieza a figurar el término de recesión, lo que se comienza a combatir desde las autoridades de los diferentes países con diversas medidas.

Por ejemplo, China invirtió millones de dólares al mercado financiero a los fines de mantener el movimiento económico; por su parte, el Banco Central de Estados Unidos bajó de imprevisto sus clases de intereses, en tanto que el Banco de Inglaterra los descendió de 75% a 25%; y países como Francia, Italia y Alemania aplicaron medidas de asistencia al empresariado.

El equilibrio entre la oferta y la demanda es el estado ideal del mercado, pero ante esta eventualidad se busca impedir que a la disminuida “oferta” se le agregue una conmoción de la “demanda”, por una posible baja del consumo a gran escala, así como de las inversiones, si algunas naciones se ven obligadas a emplear disposiciones de aislamiento enérgicas.

A pesar de ello, en algunas ciudades las personas abarrotan los supermercados, tratando de hacerse de la mayor cantidad insumos básicos.

En contraste, el transporte aéreo realiza vuelos con pocos viajeros o las naves se mantienen paradas en vista de que las empresas aéreas suspenden cantidades significativas de viajes. Son cuantiosas las pérdidas que podría generar para esas compañías la referida pandemia, que según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), puede estar por el orden de los 100 mil millones de dólares.

Impacto en el oro negro

Como si fuera poco, recientemente, el precio del crudo bajó estrepitosamente, obligando a las bolsas de valores tener reducciones cuantiosas.

Vale destacar que el 6 de marzo en la reunión de la OPEP, no hubo acuerdos para lograr una disminución de la producción con fines de equilibrar el precio del petróleo. Producto de esta situación se generó una lluvia de precios, que ubicó en casi 30 dólares el barril, luego de registrarse una caída alarmante.

En las bolsas de valores esto causó conmoción por lo que el lunes 9 de marzo finalizaron con un descenso de hasta 8%. Ese día presenciaron la pérdida de billones de dólares de capital bursátil en breves momentos.

La mayor preocupación para los especialistas financieros es que la caída del precio del crudo y los mercados, desequilibren los bancos y los poderosos fondos de inversiones.

A juicio de Gita Gopinath, economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), ante el escenario económico del momento, destacó que los gobiernos y sus respectivos bancos centrales, están en la obligación de evitar que se afecte de forma permanente el patrimonio de las personas y empresas, por una crisis pasajera, que estimula la pérdida de empleos y la descapitalización.

Se debe recordar que cuando la crisis financiera global, el G20 o Grupo de los 20 países industrializados, los cuales representa al 66% de la población mundial y conforman el 85% del PBI, asumió el mando de la respuesta económica, incluso, por sus acciones en favor de la activación financiera, fue denominado “gobierno económico mundial”.

Sin embargo, para el momento, no hay indicios de que el G20 pueda asumir el mismo rol que cumplió el año 2008, en un escenario totalmente incomparable en el orden comercial y político.